No digas gay, en chino

 

Parque Disney World en Florida

Parque Disney World en Florida (CC Anna)

Últimamente las producciones de los grandes estudios de animación de Hollywood se estrenan rodeadas de polémicas sobre si aparecen suficientes personajes gais, si se permiten en pantalla escenas de afecto entre personajes del mismo sexo o, incluso, si la compañía tiene una agenda queer sin complejos. Esto es visto como un avance por parte de algunos –sobre todo creadores– que quieren dar más visibilidad a caracteres de minorías sexuales. Y también siembra la alarma de muchas familias que ven aquí un intento de adoctrinar a sus hijos a través de películas que hasta ahora eran para todos los públicos y de todas las tendencias.

Las turbulencias han llegado últimamente a Disney. El estudio se ha visto atrapado entre la revuelta interna de algunos empleados por lo que interpretan como falta de compromiso con el colectivo LGTB y, en sentido contrario, las críticas del público que ve en las nuevas producciones signos de intentar manipular las mentes infantiles sin permiso de los padres.

En realidad, algunos temas de polémica ni tan siquiera tienen que ver con producciones del estudio. Así, algunos empleados han reprochado al consejero delegado, Bob Chapek, que la compañía no protestara contra la aprobación a primeros de marzo en el estado de Florida –donde la compañía tiene cuatro parques temáticos–  de una disposición legal que excluye hablar de orientación sexual y de identidad de género a los niños menores de 8-9 años. El asunto se interpretó inmediatamente como un ataque homófobo al colectivo LTGB, y la norma fue bautizada por sus críticos como ley Don’t Say Gay (No digas gay).

Como se ha convertido en tema de polémica nacional, quizá no está de más citar textualmente lo que dice: “La instrucción escolar por el personal docente o por terceros sobre orientación sexual o identidad de género no tendrá lugar en la enseñanza infantil antes del tercer grado o de una manera que no sea apropiada para estudiantes de acuerdo con los estándares del Estado”.

Es un asunto de currículo, de lo que debe estudiarse a cierta edad, no de imposiciones ideológicas. El que tampoco se incluyan a esa edad las ecuaciones de segundo grado, no quiere decir que se desprecien las matemáticas, sino que no es un tema para niños de esa edad. La ley no menciona para nada la homosexualidad ni ningún otro tipo de inclinación sexual, ni prohíbe utilizar la palabra “gay”, a pesar de la campaña que se ha hecho en su contra. Simplemente excluye ese tema del currículo en ese grado, y también establece una regla de transparencia, de modo que los padres sepan lo que se enseña a los niños en el aula.

Más bien lo que habría que preguntarse es por qué los activistas gais tienen tanto empeño en hablar de estos temas a niños tan pequeños, que carecen del sentido crítico para valorar unas ideas de adultos. ¿No será porque encuentran en el aula un público cautivo, al que pueden inculcar desde pequeños una visión de la sexualidad y del género al margen de las ideas y de las vivencias familiares? ¿Por qué ante niños de tan corta edad se han de abordar temas que ninguna generación anterior tuvo que plantearse?

También sorprende el enfoque antidemocrático de quienes quieren que una importante compañía como Disney utilice su poder para oponerse a una norma aprobada por los representantes del pueblo. Después de criticar tanto las artimañas de compañías tabaqueras o petroleras para hacer leyes a su medida, ¿por qué habría que aceptar las imposiciones de un estudio cinematográfico o de cualquier tecnológica de Silicon Valley?

Acostumbrados a la censura

Dentro de las turbulencias en Disney, varios empleados del estudio Pixar, propiedad de Disney, manifestaron que la compañía había censurado secuencias de sus films que revelaban muestras de afecto entre personajes del mismo sexo. La verdad es que en el montaje final de una película de animación se incluyen o se descartan fragmentos en función de múltiples criterios, aunque la fijación actual con temas LGTB lleva destacar solo los referidos a este asunto.

En cualquier caso, los estudios de Hollywood están muy acostumbrados a censurar hoy sus filmes, para evitar molestar a un poderoso cliente: China. Así lo revela el libro Red Carpet: Hollywood, China, and the Global Battle for Cultural Supremacy, obra de Erich Schwartzel, reportero para asuntos cinematográficos del Wall Street Journal.

Hoy China ejerce un notable poder en Hollywood. No solamente la compañía china Wanda es propietaria de estudios como AMC y Legendary Entertainment. Sobre todo, China es el principal mercado mundial para los estudios americanos. Allí hay más pantallas disponibles (50.766) que en EE.UU., y en 2020 los ingresos por taquilla superaron a los de EE.UU. Y sin el permiso del gobierno chino, allí no se puede estrenar un film extranjero.

Este poderío económico está dando a China una capacidad para influir en los contenidos de las películas producidas en Hollywood, un visto bueno censor que China no deja de utilizar. Como confirma Schwartfel con variados casos, China tiene de hecho un poder de veto para expurgar guiones y escenas de filmes ya terminados, para evitar temas que puedan entrar en conflicto con la visión del Partido Comunista chino. Algunos casos son de dominio público, como el de la película Red Dawn, de 2012, en la que una invasión de Estados Unidos por tropas chinas fue transformada por la de tropas de Corea del Norte, cambiando todo lo que había que cambiar en un film ya terminado.

No es un caso aislado. En la versión china de películas como Transformers: Age of Extinction, Hong Kong, los aviones salvadores americanos son sustituidos por otros chinos. Patriotismo chino, servido por manos americanas.

Según Schwartfel, los organismos de censura chinos no tienen que insistir mucho. Adelantándose a sus deseos, los productores americanos crean personajes, escenas y productos designados para complacer a los burócratas chinos. Y, por supuesto, temas tabú en China –la matanza de Tiananmen, la represión en Hong Kong, o la situación de los uigures– tienen un problema de “visibilidad”.

Tampoco en el tema gay se hacen concesiones. La Warner Bros ha confirmado que en la versión china de Animales fantásticos 3, a petición del gobierno chino, se eliminarán varias líneas de diálogo en las que se revela que el profesor de Hogwarts, Albus Dumbledore, es homosexual. Los cortes suponen solo seis segundos de los 143 minutos de duración de la película, pero las autoridades chinas han considerado que los espectadores chinos pueden ahorrarse esa revelación. Dócilmente la Warner ha aceptado esos cambios “para cumplir con los requisitos locales”, pero asegura que “el espíritu de la película permanece intacto” a pesar de esas “eliminaciones menores”. También cabe pensar que si el espíritu de la película se mantiene intacto, a lo mejor esa mención de la homosexualidad del personaje era innecesaria.

Por supuesto, si estas “pequeñas ediciones” se produjeran en Occidente, sería un caso escandaloso de censura, un signo de homofobia imperdonable. Pero como se trata del mercado chino, aceptemos estos requisitos locales. Así, mientras en Hollywood se discute si un beso lésbico es tolerable en el cine de animación, se acepta el abrazo del oso chino sin mayores problemas de conciencia.

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3 respuestas a No digas gay, en chino

  1. Juan Llor Baños dijo:

    Merece la pena leer entre líneas.
    No convendría divulgar como en China tratan la libertad en Medicina (Ver Informe: Médicos chinos ejecutaron a prisioneros por sus órganos. Otro en una serie de informes condenatorios. por Michael Cook. 13 de abril de 2022, en Mecatornet)

  2. Vicente Aguilella dijo:

    Como siempre, este Blog dando en el clavo…
    Espero que Disney rectifique, aunque solo sea por la pérdida de beneficios.

  3. ALFREDO VELASQUEZ dijo:

    Excelente artículo

Los comentarios están cerrados.