Lo woke con tintes religiosos

Entre las críticas que recibe el movimiento woke está la que lo presenta con rasgos supuestamente religiosos. Los que parten de una concepción negativa de la religión descalifican lo woke por su dogmatismo, irracionalismo y fanatismo. Sería una religión secular, peligrosa por sus características de “despertar religioso”. La misma expresión woke recuerda esos periodos de “despertar” religioso y de movilizaciones populares que han marcado periódicamente la historia de EE.UU. desde el siglo XVIII. Los críticos que mantienen una visión de fe, ven en lo woke una nueva religión civil que viene a rellenar un hueco de sentido en una sociedad postcristiana.

Es verdad que en las sociedades secularizadas algunos viven su dedicación a causas justas –la conservación del planeta, la defensa de las minorías, el antirracismo…– con el fervor y el empeño que dan pie a hablar de “religiones de sustitución”. Lo woke sería su expresión más extrema en este momento, sobre todo en el mundo anglosajón. Como ha escrito Max Funk, “lo woke ofrece lo que el secularismo no ha logrado proporcionar, y ha rellenado el vacío de Dios en nuestra cultura. Proporciona su versión de verdad, justicia, rectitud, pecado y juicio. Da a sus seguidores un sentido, con su narrativa del conflicto social, lucha por el poder y lucha por la libertad redentora. Derribar estas estructuras opresivas de poder ofrece un propósito al individuo y a la colectividad”.

Pero la verdadera inspiración religiosa es más bien un antídoto contra la tendencia woke a absolutizar lo que no deja de ser una ideología. Mientras la fe religiosa se apoya en la autoridad de la revelación divina, lo woke plantea su doctrina secular como si estuviera divinamente garantizada y fuera de discusión. La obsesión absoluta por la raza como medio principal para entender el mundo y sus injusticias sociales funciona como la lucha de clases en la explicación marxista. Su armazón teórico, la teoría crítica de la raza, es en realidad una teoría que no admite crítica; si la discutes, es que eres un racista por no reconocer el “racismo sistémico” de la sociedad dominada por el hombre blanco.

De ahí se deriva una visión de la responsabilidad personal muy distinta de la concepción cristiana. Para el cristianismo, todo ser humano ha sido creado a imagen de Dios y tiene una dignidad intrínseca, independientemente de su raza o condición. El universalismo cristiano lo expresa San Pablo al decir que “ya no hay diferencia entre judío y griego, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer, porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús” (Gal 5, 28). La responsabilidad de cada uno dependerá de su respuesta personal, manifestada en el amor a Dios y al prójimo.

En cambio, para lo woke uno es intrínsecamente culpable o inocente según su pertenencia a un grupo, basada en la raza, el sexo y la identidad de género. El hombre blanco es culpable por definición, y solo le queda reconocer su “privilegio blanco” y renunciar a su “blanquitud”, origen de toda discriminación. Por el contrario, pertenecer a un grupo históricamente excluido garantiza la inocencia de la víctima, a la que se debe reparación.

No cabe duda de que lo woke se apoya en los genuinos deseos de luchar contra la injusticia, de no ser indiferente a los problemas de otros, sobre todo de los más débiles. Su problema no es la falta de corazón, sino el moverse solo por los sentimientos. En Ortodoxia, Chesterton califica de expresión acertada cuando se dice que una persona “tiene el corazón en su sitio”. Sugiere “no solo que tiene corazón, sino también que está equilibrado con las demás funciones”.

En cambio, en lo woke la razón sale perdiendo ante los sentimientos. Apelar a los datos, exigir pruebas fehacientes de una afirmación controvertida, es ya un signo de racismo, de actitud intelectual propia de un blanco opresor. Puedes demostrar con datos que la situación de un grupo racial ha mejorado, pero eso no cuenta; cuenta lo que siente. De ahí la paradoja de que en EE.UU. lo woke haya irrumpido cuando la discriminación por motivos raciales, de género y de sexo es menor que nunca.

Este menosprecio de la razón no tiene nada de cristiano. En el cristianismo hay una frontera entre fe y razón, pero no oposición. La fe va más allá de la razón, y a la vez ofrece a la razón respuestas a sus preguntas más fundamentales. Como ha dicho Benedicto XVI: “El Dios verdaderamente divino es el Dios que se ha manifestado como logos y ha actuado y actúa como logos lleno de amor por nosotros”. De modo que “no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”.

Tampoco el modo de mejorar el mundo tiene mucho que ver en la concepción woke y la cristiana. Para el activista woke, el mundo es el escenario de la lucha por el poder entre diversos grupos en un sistema opresivo. Lo importante es hacerse con el poder, avanzando las propias posiciones y culpabilizando al contrario para que renuncie a defenderse. De ahí que el compromiso y el diálogo se interpreten como traición y debilidad. La cultura de la cancelación, que condena al disidente, no entiende de perdón.

Por el contrario, la actitud cristiana de exigir la justicia sin renunciar a la misericordia, de confiar en el poder de la bondad y del perdón para mejorar la convivencia, es algo extraño al movimiento woke. Al mismo tiempo, la esperanza cristiana es también un antídoto contra la utopía de una sociedad liberada de toda injusticia social, que como todas las utopías anteriores acaba creando otro tipo de opresión.

Si hay que buscar una analogía religiosa para lo woke, es más fácil encontrarla en patologías más propias del pasado: una intolerancia anterior a la libertad religiosa, un fideísmo de espaldas a la razón o una época de luchas de religión.

En expresión chestertoniana, podría decirse que lo woke confirma que “el mundo moderno está lleno de antiguas virtudes cristianas que se han vuelto locas”.

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1 respuesta a Lo woke con tintes religiosos

  1. Juan Llor Baños dijo:

    Extraordinario!!

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