Las emisiones de tu teléfono

Cuando se trata de corregir el calentamiento global, siempre se piensa en qué pueden hacer los gobiernos. Pero hay acciones que están al alcance de cualquiera, sin ir más lejos en el teléfono móvil que está en nuestro bolsillo o en el ordenador que tenemos sobre la mesa. ¿Hemos pensado alguna vez en lo que contribuyen al calentamiento global los smartphones y la panoplia de dispositivos digitales que utilizamos? Según estudios diversos, el ecosistema de las tecnologías de la información origina ya entre el 2% y el 4% de las emisiones de efecto invernadero, el doble que el transporte aéreo.

Al hablar de las emisiones de efecto invernadero tendemos a pensar en industrias sucias, desde cementeras a siderurgia, petroleras o centrales de carbón. Pero los dispositivos digitales son también un sector ávido de recursos, tanto en materiales para su construcción como en el consumo de energía para su uso.

Tres cuartas partes de la huella carbónica del mundo digital proviene actualmente de la fabricación de terminales (teléfonos, ordenadores portátiles, consolas de videojuegos…), según indica Guillaume Piton, autor de L’Enfer numerique, citado por Le Monde. Otro estudio en The Journal of Cleaner Production destacaba la mayor contribución de los smartphones en el total de emisiones del mundo digital. Su huella carbónica incluye la energía para la manufacturación y la extracción de las llamadas “tierras raras” necesarias para fabricarlos. Aunque el teléfono solo pese 150 gramos, contiene una cincuentena de metales y en la fabricación se han empleado kilos de materiales.

Junto a la fabricación de terminales, las emisiones de efecto invernadero del mundo digital van en aumento por el creciente uso para cada vez más actividades. Su huella carbónica crece al ritmo del comercio electrónico, el video en streaming, la minería de las criptomonedas, la enseñanza on line, los objetos conectados, la fibra y el 5G… Todo esto exige el aumento de servidores y de redes de telecomunicaciones , lo que contribuye al aumento de emisiones.

El afán de estar conectados y la extendida adicción al móvil son también dañinos para el medio ambiente, aunque a menudo lo olvidemos por utilizar unas tecnologías aparentemente “limpìas”. El jugador enganchado a los videojuegos, el adicto a las series en streaming, el adolescente que dedica horas a las redes sociales, están contribuyendo a su modo a las emisiones de efecto invernadero. Por cada e-mail, descarga de video, foto subida a Instagram… hay un servidor –gran consumidor de energía– que lo hace posible.

Incluso esos jóvenes manifestantes que exigen a los gobiernos acciones contundentes para salvar el planeta y luchar contra el cambio climático, están colaborando a caldear el planeta con el envío de fotos y videos de la manifestación con las que piensan impresionar a la opinión pública. Y quizá nunca se han planteado si su activismo en las redes sociales es otro modo de acentuar lo que dicen combatir.

Pero en lugar de invitarnos a la sobriedad digital, los gigantes del sector nos prometen novedades que multiplican el gasto de energía. Los gurúes tecnológicos aseguran que el futuro pasa por el metaverso , un espacio digital inmersivo, permanente e interactivo en el que desarrollaremos múltiples juegos y actividades sociales. Pero ese universo virtual en el que podrían interactuar millones de seres humanos exigiría una potencia informática muy superior a la actual y, por consiguiente, con una huella carbónica también desatada.

En muchos otros campos somos ya conscientes de que el cuidado del planeta exige ahorros de energía, reciclado de materiales, evitar desperdicios y consumos inútiles. En cambio, en el ecosistema mundial ligado a Internet parece que tenemos una tarifa plana para utilizar sin medida todo lo que podamos. Pero esa navegación deja una huella cada vez más pronunciada.

 

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1 respuesta a Las emisiones de tu teléfono

  1. Ramón Abella Monserrat dijo:

    Me parece muy interesante la reflexión. No se puede ser muy partidario de respetar al Medio ambiente y luego contaminar más por otros conductos.

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