Escalada de desinformación sobre Ucrania

Desde hace meses venimos oyendo que es “inminente” la invasión de Ucrania por Rusia. Así que deberíamos preguntarnos por qué no se ha producido ya y si las noticias que se nos han servido están basadas en hechos o en necesidades de propaganda.

Nadie tiene las informaciones secretas y de primera mano que pueden manejar las grandes potencias. Pero aun sin disponer de ellas, en el relato que se ha construido en torno a la crisis de Ucrania hay sesgos que invitan a desconfiar de la validez de las informaciones predominantes.

De entrada, se da por supuesto como hecho establecido que Rusia está buscando la guerra en Ucrania. Día tras día, los portavoces de EE.UU. y de la OTAN avisan de que la agresión está preparada. A partir de ahí se debate sobre los métodos más eficaces para defender a Ucrania, la dureza de las sanciones que pueden imponerse a Rusia, las intenciones últimas de Putin… pero sin poner nunca en duda la intención belicosa de Rusia.

La idea de que en esta crisis Putin busca reforzar la seguridad interna de su país frente a lo que considera una amenaza por la extensión de la OTAN hacia países limítrofes con Rusia, parece que no hace falta tenerla en cuenta. No se valora como una pretensión legítima, para la que pueden buscarse acuerdos razonables entre ambas partes, sino como un pretexto para mantener a países exsoviéticos en su zona de influencia, so pena de invasión. Pero también la extensión de las actividades de la OTAN hacia las fronteras rusas puede ser vista por Moscú como un modo de ampliar las zonas de influencia de Occidente.

Si Rusia solo está buscando pretextos para justificar una invasión ya decidida, hay que reconocer que se está tomando su tiempo y ha perdido las ventajas de la sorpresa. Tampoco puede decirse que haya descartado las negociaciones. A mediados de diciembre, Biden y Putin mantuvieron un encuentro virtual para clarificar la cuestión de Ucrania. Después, el secretario de Estado americano, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se reunieron en Ginebra para continuar las conversaciones diplomáticas sobre la crisis. Rusia ha puesto por escrito sus exigencias sobre la expansión de la OTAN y espera una respuesta. Además, esta semana se reúnen en París –a invitación de Macron– representantes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania para buscar una desescalada en el conflicto. Por eso Europa se muestra por el momento más abierta a un posible arreglo diplomático, sin dejarse arrastrar por la retórica belicista americana de preparación frente a la agresión inminente.

La guerra propagandística en torno al conflicto se observa también en el distinto modo de calificar acciones similares de ambas partes. Como prueba de los preparativos rusos para la invasión se dice que ha acumulado 100.000 soldados en la frontera con Ucrania. En otros momentos la cifra subió a 175.000 quizá porque parecía más amenazante. En realidad, nadie ha explicado de dónde sale la cifra, así que hay que aceptar como artículo de fe lo que dicen los satélites espías americanos. En cualquier caso, el número redondo de los 100.000 favorece su repetición mecánica.

En cambio, se habla poco de las actividades de la OTAN en Ucrania: acuerdos de defensa de EE.UU. y el Reino Unido con Ucrania, maniobras de fuerzas de la OTAN en el oeste y en el Mar Negro, presencia de tropas de la OTAN en bases de Ucrania para entrenamientos y de consejeros occidentales en el ministerio de Defensa de Kiev… ¿Es extraño que Rusia perciba ahí una amenaza?

Para renovar el arsenal de posibles amenazas, de vez en cuando se echan a la arena pública nuevos “descubrimientos”. Así, el Foreign Office británico publicó un documento en el que revelaba que Putin tenía planes para montar un gobierno títere en Kiev después de la invasión, y hasta mencionaba los nombres de cinco expolíticos ucranianos, apoyados en secreto por Moscú. Luego resultó que cuatro de los cinco vivían ya en Moscú, con lo que el apoyo moscovita no parecía muy secreto, y el quinto tenía la entrada prohibida en Rusia. El asunto parecía tan rocambolesco que ni el propio gobierno de Ucrania se molestó en agitar el informe.

Doble rasero

El contexto de batalla propagandística se nota también en que no se admiten las posiciones intermedias. Al nuevo gobierno alemán se le reprocha ser “complaciente” con Moscú por negarse a enviar armas a Ucrania, a diferencia de EE.UU. y el Reino Unido. De modo que si Rusia proporciona armas a los rebeldes del Este de Ucrania está azuzando la guerra; pero si EE.UU. las envía al gobierno de Kiev está defendiendo la paz.

También molesta que el presidente del grupo socialdemócrata en el Bundestag, Rolf Mützenich, haya declarado que “comprende el sentimiento de amenaza” experimentado por Rusia frente a la OTAN. Una postura de este corte le ha costado el puesto al jefe de la Armada alemana, Kay-Achim Schönbach, quien en una reunión de expertos en Nueva Delhi dijo –sin saber que le estaban grabando– que la idea de que Rusia va a invadir Ucrania es un “sinsentido”. “Lo que Putin realmente quiere es respeto –dijo–, y sería fácil darle el respeto que quiere, y probablemente se merece”. Y hasta se permitió añadir lo que muchos piensan sin decirlo: que Crimea, anexionada por Rusia en 2014, “se ha perdido y no volverá” a formar parte de Ucrania. Demasiado claro. Tuvo que dimitir al día siguiente.

El doble rasero se nota también en el distinto modo de valorar las actitudes negociadoras de ambas partes. La insistencia de Rusia en obtener garantías de que la OTAN no ponga sus bases en sus fronteras se interpreta como una postura radical, inflexible, propia de una potencia que quiere dictar sus condiciones. En cambio, EE.UU. puede adoptar una postura monolítica de no conceder nada a Rusia, con la idea de que “el apaciguamiento” nunca sirve frente a los dictadores. Como si estuviéramos ante otro Acuerdo de Múnich con Hitler.

Si al final se trata de saber quién fabrica más desinformación en torno a Ucrania, hay motivos para desconfiar de ambas partes. No vamos a pretender que la prensa rusa sometida al Kremlin vaya a ser muy objetiva. Pero cabría esperar más contención y reserva por parte de la prensa occidental ante las informaciones suministradas por EE.UU.

Después de todo, el gobierno americano tiene una arraigada tradición de fabricar mentiras en torno a los conflictos bélicos en los que está envuelto. No hace falta recordar lo que revelaron los papeles del Pentágono sobre la guerra de Vietnam, o el invento de las armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein en la guerra de Irak, o lo que ahora se ha sabido sobre la marcha de la guerra de Afganistán tras la caótica retirada del pasado agosto.

El periodista del Washington Post Craig Whitlock es el autor del libro Los papeles de Afganistán. Historia secreta de la guerra, publicado en agosto pasado. Para escribirlo tuvo acceso a entrevistas realizadas a 428 personas que desempeñaron un papel directo en la guerra y que fueron entrevistadas por una agencia federal para el proyecto Lessons learned (Lecciones aprendidas). Lo que revelan esos documentos es que durante dos décadas los presidentes y los altos funcionarios de la Casa Blanca y del Pentágono de tres administraciones de distinto signo se dedicaron a tergiversar la realidad, disimular los reveses militares y dar falsas esperanzas de que el conflicto estaba en vías de solución. Cuando en el pasado agosto los americanos decidieron abandonar Afganistán, a todos nos sorprendió la rapidez con que se desmoronó el gobierno oficial afgano y la facilidad con que los talibanes se hicieron con el poder.

Así que una de las lecciones aprendidas, que puede servir para Ucrania, es precaverse frente a la propaganda disfrazada de información en tiempos bélicos.

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3 respuestas a Escalada de desinformación sobre Ucrania

  1. ¿Permitiría EEUU que Rusia colocara misiles en la frontera de México?

  2. Pablo Miller dijo:

    Todo lo que se dice en el artículo sirve para matizar la versión demasiado occidental del tema que está predominando…
    Pero lo que no se dice que la postura de EEUU es razonable si se tiene en cuenta que Rusia ya ha intervenido en Ucrania en 2014…
    Sin este precedente la presencia de la OTAN en Ucrania validaría la actitud de Rusia… Pero teniendo en cuenta el pasado reciente, tiene lógica que EEUU y sus aliados refuercen a Ucrania…

  3. José Enrique Bustos Pueche dijo:

    Magistral.
    Estaba perplejo ante la unanimidad de medios y gobiernos occidentales, que no se apartan de lo políticamente correcto.
    Y es que todos sabemos por qué Occidente odia a Putin …, pero ese es otro tema.
    Enhorabuena y muchas felicidades.
    José Enrique Bustos Pueche.

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