Estadísticas maltratadas

La ministra de Igualdad, Irene Montero, se ha prodigado mucho en los medios con motivo del Día de la Mujer. Es la gran ocasión anual para demostrar que su Ministerio está haciendo una labor fundamental en una sociedad donde todavía la mujer sufre discriminación y violencia. Podría parecer que en un país en el que las mujeres son mayoría en el gobierno y donde el porcentaje de mujeres en el Congreso (44%) está entre los más altos de Europa, y que cuenta con una ley de violencia de género más inclinada a favor de la mujer, algo se habrá hecho para que las mujeres vivan tranquilas. Pero si uno escucha a Irene Montero parece que una mujer en España vive en perpetua zozobra ante la posibilidad de sufrir violencias.

Uno de los “datos” que suele recordar Montero es que, como declara en una entrevista a El País, “una de cada dos mujeres en España ha sufrido en algún momento algún tipo de violencia sexual”. Es una cifra “desgarradora”, dice, procedente de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019. Según esta encuesta, el 57,3% de las mujeres declara haber sufrido violencia por el hecho de ser mujer, lo que equivaldría a 11,7 millones de mujeres mayores de 16 años.

El término “violencia” está tan ligado en nuestra mente a la violencia física que se corre el riesgo de interpretar que la mitad de las mujeres han sido agredidas físicamente por el hecho de ser mujeres. En realidad, la encuesta no dice eso.

En su afán de dar una visión omnicomprensiva de la violencia contra la mujer, la Macroencuesta considera como violencia machista comportamientos no deseados y con una connotación sexual (desde miradas insistentes y lascivas a bromas sexuales o comentarios ofensivos sobre su cuerpo, envío de imágenes sexualmente explícitas, insinuaciones inapropiadas para una cita…) hasta violencia física o sexual. Por desagradables que puedan ser estas situaciones, está claro que entre la mirada insistente y una violación hay un buen trecho, y meter todo en el mismo saco de violencia contribuye más confundir que a clarificar.

Tampoco hay que perder de vista que para ser una víctima de la violencia machista basta haber sufrido alguna de estas situaciones en “algún momento” de la vida, no el último mes, ni el último año. Por ejemplo, una chica que a los 18 años sufrió una broma ofensiva de parte de un amigo que la tildó de gorda, y que ahora tiene 48 años y está felizmente casada, para esta Macroencuesta sigue siendo una víctima. Pero lo que ocurrió hace treinta años ¿nos dice algo sobre la situación de la mujer en la España de 2022?

También es importante distinguir entre lo esporádico y lo habitual, entre lo ocurrido a lo largo de la vida y en los últimos 12 meses. Cuando la encuesta lo hace, por ejemplo al tratar del acoso sexual, dicen haberlo sufrido alguna vez en su vida el 40,4%, porcentaje que se reduce al 10,2% si el ámbito temporal es el último año. Y es importante señalar que siempre son más las que dicen no haberlo sufrido nunca. Los porcentajes también se reducen si el concepto de violencia se circunscribe a la violencia física (21,5%) o sexual (13,7%).

También es ilustrativo comparar la situación de España con la de otros países. El pasado febrero se publicó en The Lancet el estudio más completo sobre la prevalencia de la violencia contra la mujer, con la base de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los datos, recopilados entre 2000 y 2018, fueron extraídos de 333 encuestas y estudios de 161 países y áreas, con respuestas de unos dos millones de mujeres. Se consideraba víctimas de violencia a aquellas mujeres a las que sus parejas han pegado, amenazado, gritado o violado en “algún momento de su vida”.

Uniendo esos datos, resultaba que el 27% de la población femenina mundial entre 15 y 49 años ha experimentado alguno de esos tipos de violencia. Y de ellas, una de cada siete lo ha sufrido en el último año.

Esa media encubre agudas diferencias según países. Desde el 44% en el África Subsahariana Central al 16% en Europa Central, que es la región con menos incidencia. Y España está ligeramente por debajo de esa media más baja, con un 15%. Nuestra situación está al nivel de la de Italia (16%) o Portugal (18%), y es mejor que la de otros países como Francia (22%), Reino Unido (24%), o incluso de la de países nórdicos como Noruega (20%) y Suecia (21%), en teoría campeones de la igualdad. El tópico del machista mediterráneo tiene poco que ver con la realidad.

Siempre puede decirse que los datos que conocemos sobre la violencia de género son solo “la punta del iceberg”. Pero este “iceberg” existe en todos los países y lo que hace este metaestudio es comparar lo que dicen las propias mujeres.

Sin duda la violencia contra la mujer sigue presente en la sociedad española, y hay que hacer todo lo posible para erradicarla. Pero el mejor modo de abordar un problema es partir de datos lo más objetivos posibles, sin minimizarlos ni exagerarlos. En cambio, hay quien piensa que se hace más para combatir la violencia contra la mujer si se pinta un panorama desolador en el que nada mejora.

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