Cuando el aborto hace historia

Palacio de Justicia en Bogotá, Colombia. Wikipedia

Organizaciones feministas latinoamericanas han lanzado las campanas al vuelo por la decisión “histórica” de la Corte Constitucional de Colombia de permitir libremente el aborto hasta las 24 semanas de embarazo. Por su parte, las autoridades chinas han lanzado la alarma por acercarse al momento histórico en el que habrá más muertes que nacimientos y han anunciado su intención de “limitar los abortos no médicos”. En ambos casos se invoca la necesidad de mejorar la salud reproductiva.

En Colombia, la decisión de la Corte Constitucional, por una estrecha mayoría de cinco votos contra cuatro, sustituye a la acción del Congreso, donde una despenalización de este tipo tenía pocas opciones de pasar. Ya desde 2006 el aborto se permitía por tres causas: violación, malformación del feto o riesgo para la salud de la madre. Pero la estrategia de las organizaciones abortistas ha sido llevar el caso a la Corte Constitucional, en lugar de proponer un cambio legal en el Congreso. Al permitir el aborto libre hasta las 24 semanas, en el límite de viabilidad del feto (de 22 a 25 semanas, en la actualidad), el feto de ese nivel de desarrollo puede ser objeto de intensa ayuda médica para que sobreviva o ser material de descarte. En cualquier caso, es llamativo que en un sistema democrático los legisladores tengan tan poco que decidir sobre un asunto trascendental de protección de la vida humana, y que se imponga la postura más extrema por la mínima en la Corte Constitucional.

En China son las autoridades comunistas las que deciden por todos. Y después de haber impuesto la política del hijo único de 1980 a 2016, ahora están recorriendo el camino inverso. En 2016 se permitió a las parejas chinas tener dos hijos y ahora lo patriótico sería tener tres.

Y es que el gobierno chino está asustado por el declive demográfico. Con solo 10,6 millones de nacimientos en 2021 contra 12 millones en 2020, y un crecimiento demográfico de solo el 0,034%, el país se acerca al momento histórico en que la población dejará de crecer. Podría parecer que si de algo está sobrada China es de población, pues es el país más poblado de la tierra con 1.400 millones de habitantes. Pero el descenso de nacimientos combinado con el aumento de la esperanza de vida augura un futuro de envejecimiento demográfico. El descenso de personas en edad de trabajar provocará escasez de mano de obra, lo que frenará el crecimiento económico, y reducirá los ingresos fiscales para atender a una población envejecida. Todo el dinamismo que ha impulsado la economía china en las últimas cuatro décadas está comprometido.

Pero el gobierno chino está recogiendo ahora lo que sembró en el pasado. La política del hijo único ha reducido el número de mujeres en edad de concebir. Y tampoco es fácil animarlas a que tengan más de un hijo, después de años de propaganda en sentido contrario y habida cuenta de la carestía de vivienda y educación en el presente.

De ahí que ahora el objetivo de las autoridades sea favorecer los nacimientos y reducir el número de abortos por motivos “no médicos”. Hay que tener en cuenta que en 2020 se produjeron 9 millones de abortos, el 40% en adolescentes. La misma Asociación para la Planificación Familiar, que durante décadas se inmiscuyó en la intimidad de las familias para hace respetar la política del hijo único, incluso con abortos forzosos, ahora va a “intervenir” para conseguir lo contrario. Su idea es “mejorar la salud reproductiva”, un término ambiguo que ahora implica reducir los abortos, mientras que en otras instancias ha sido la clave lingüística para defender el derecho al aborto.

El lenguaje de la Asociación tiene ahora resonancias tradicionales: “Queremos orientar más la manera en que los jóvenes ven el matrimonio y la familia, volver a aprender a criar varios hijos en la familia, promover una nueva cultura positiva del matrimonio y de la paternidad”, explican.

La política del tercer hijo se ha convertido así en la nueva gran causa nacional. Pero si algo indica la experiencia china es que es más fácil reducir la natalidad que estimularla. También muestra que el derecho a decidir es algo que no se garantiza sin más con el derecho al aborto. Frente a las dificultades de vivienda, de educación, de servicios sociales, tener la opción del aborto no significa una libre decisión respecto al embarazo. Ahora en China las autoridades provinciales multiplican los incentivos, llegando incluso a ofrecer un permiso de maternidad de 350 días en caso del tercer hijo. El gobierno ha prometido también reformar la ley que prohíbe discriminar a las madres trabajadoras. Pero las parejas chinas no parecen muy dispuestas a seguir la nueva política demográfica oficial.

Colombia está en mejor situación demográfica que China, con una población más joven. Pero está en periodo de transición con continuados descensos en la natalidad, la mortalidad y el crecimiento vegetativo. Su tasa de fecundidad (2,14) está en el límite de sustitución de las generaciones, y la legalización del aborto no contribuirá a potenciarla.

También es significativo que la defensa de la salud reproductiva se haya centrado en el aborto, mientras que la mortalidad materna registra un alto nivel de 83 muertes por cada 100.000 nacimientos, lo que coloca a Colombia en el puesto 78 a nivel mundial (curiosamente, está en peor situación que El Salvador, que prohíbe el aborto y tiene un índice de 46 por 100.000 en mortalidad materna).

Al final, tanto en China como o en Colombia, el aborto tiene poco que ver con problemas médicos y mucho con la ideología.

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1 respuesta a Cuando el aborto hace historia

  1. JOSE JOAQUIN CHAVERRI dijo:

    Aprecio mucho sus concretos artículos, llenos de datos exactos .Muchas gracias por su dedicado trabajo, que a la distancia ,muy lejos, apreciamos con gran interés

    JOSE J CHAVERRI SIEVERT
    DIPLOMATICO

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