Un derecho sin condiciones

Pro choiceHan pasado siete meses desde la matanza en el colegio de Newtown (Connecticut), que llenó los titulares periodísticos. El joven de 20 años, Adam Lanza, armado con un rifle de asalto, mató a 20 niños, a seis adultos –entre ellos a su madre– y luego se suicidó con una pistola. En su casa guardaba un arsenal de armas, con más de mil cartuchos de munición.

Entonces se dijo que esta nueva masacre iba a suponer que por fin se aprobaran leyes mucho más estrictas para la posesión de armas. El país lo pedía. Obama lo impulsaba y encargó al vicepresidente Joe Biden que  tomara las riendas en el Congreso para forjar una mayoría. Demócratas y republicanos iban a tener que ponerse de acuerdo. La poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) estaba a la defensiva y tenía en contra a la opinión pública.

Luego vino la decepción. En el Senado no hubo la mayoría suficiente para hacer obligatoria la verificación de antecedentes penales y mentales antes de la venta de un arma. Y eso que era lo más fácil y se trata de una propuesta bipartita.  La prohibición de los rifles de asalto y la limitación de la capacidad de los cargadores tampoco encontraron el respaldo necesario. Obama dijo que no renunciaba a esta “cruzada” por un control de armas más estricto.

Los senadores que votaron en contra fueron acusados de ser insensibles ante las víctimas provocadas por un derecho a portar armas sin apenas restricciones. También se les reprochó su cobardía frente a la oposición feroz de la NRA, que amenaza con luchar contra la reelección de cualquier político que apoye el control de armas.  Para la NRA y el lobby de los fabricantes de armamento, cualquier paso atrás, cualquier control suplementario, amenaza el derecho a decidir ir armado, derecho que la Constitución reconoce al ciudadano. Y aunque los defensores de las armas son menos que los partidarios del control, en la práctica son más activos y meten más ruido que los otros.

Así que nada ha cambiado desde la masacre de Newtown. Mejor dicho, algo sí ha cambiado. Smith & Benson, el fabricante de armas, anunció en junio que había tenido el mayor crecimiento de ventas interanual (un 43%) en el pasado ejercicio. En la misma Newtown, las solicitudes de permisos de armas se multiplicaron por más de dos en los tres meses posteriores a la matanza. Da la impresión de que los que se sienten más seguros con un arma en casa se han apresurado a aprovisionarse, ante el temor de que cambien las leyes.

Un cambio de leyes es lo que temen también en España los que se atrincheran en el “derecho a decidir” en el asunto del aborto. Cada año, cuando se publican las estadísticas del aborto, salta al primer plano el número de víctimas causadas por el derecho al aborto: 118.000 en 2011. Como en las matanzas por arma de fuego en EEUU, cada vez se dice que es un número muy alto, que a nadie le gusta que uno de cada cinco embarazos termine en aborto, que un acceso garantizado a los anticonceptivos será la mejor prevención, que seguramente pronto tocará techo… Y así hasta el año próximo, en que vuelve a crecer.

Cuando el Ministro de Justicia ha anunciado que el derecho a la vida del hijo no puede estar a la libre disposición de la madre, y que hay que volver al menos a los términos de la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985, que hablaba de la protección del nasciturus, el lobby abortista se ha encrespado. Armado del derecho al aborto, que le concedió la ley de 2010, no quiere oír hablar de supuestos, ni de condiciones. Derecho a decidir, y punto. Como el derecho a portar armas.

¿El Ministro habla de proteger la vida del bebé con discapacidad? Eso solo supondría condenar al sufrimiento al nacido y a su familia; para lograr la integración del discapacitado ya están las empresas, a las que, eso sí, hay que obligarlas a contratar. ¿Se trata de precisar unos supuestos en que pueden entrar en conflicto los derechos de la mujer y los del hijo?  Nada de eso, despido libre del feto indeseado. Y si no lo aceptas, eres un enemigo de las mujeres. Tanto en las armas como en el aborto, al final se ha impuesto una solución extremista que solo tiene en cuenta la libertad individual.

Los lobbies, ya sean la NRA o los defensores del aborto, suelen ser bastante intratables. Su táctica es no dar un paso atrás, no ceder nada que pudiera poner en cuestión lo que han asumido como derecho. Y para ello se aprovechan también de la cobardía de políticos, que confunden la moderación con el mantenimiento del statu quo.

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