Salario mínimo y penuria de mano de obra

En España sigue el forcejeo entre el gobierno, la patronal y los sindicatos para la subida del salario mínimo (SM). Pero en las principales economías europeas los salarios están ya subiendo, no por decisiones políticas sino por la penuria de trabajadores cualificados. Así que la subida del salario mínimo en España puede estar lastrada por la formación mínima de un sector importante de trabajadores.

Los 950 euros mensuales del actual SM (1.108 euros en doce pagas) sitúan a España como el séptimo país de la UE, aunque hay algunos –como los nórdicos o Italia– que no tienen un SM oficial. Entre los que están por encima, el SM se mueve más bien en torno a los 1.500. Pero también en esos otros países el salario medio es mayor. El salario medio anual de un trabajador en España en 2019 fue de 24.395 euros, mientras que el salario más frecuente que se percibió ese año fue de 18.490 euros, según la encuesta de estructura salarial del Instituto Nacional de Estadística.

A menudo el asunto del SM se presenta como una cuestión de generosidad de los empresarios, que se resistirían a pagar lo justo a sus empleados. En algunos casos puede ser así. Hay empresas donde se advierte una gran resistencia a elevar los salarios de los de abajo, y una gran generosidad para inflar las retribuciones máximas de los de arriba. Pero en general los empresarios contratarán a los trabajadores que necesiten y les pagarán más si su productividad compensa el salario.

En este capítulo de la productividad, España tiene un problema que no se arregla con negociaciones salariales ni con maniobras políticas. Todavía hoy, la tasa de abandono escolar en España, aunque ha ido bajando, es alta: el 16% de los alumnos no completan la segunda etapa de secundaria, frente a una media del 10% en la UE. En Andalucía, la región con más jóvenes, la tasa alcanza el 21,8%.

Con esas carencias de formación, es difícil insertarse con un sueldo aceptable en una economía moderna. Los 1,5 millones de trabajadores que hoy cobran el SM no suelen formar parte de “la generación más preparada”. Y cuanto más se eleve por razones políticas el SM, los jóvenes sin cualificación tendrán más dificultades para que les contraten. Algo que no conviene olvidar en un país donde la tasa de paro de los menores de 25 años alcanza el 38%.

A mediados del siglo XX, el obrero agrícola que dejaba el campo para irse a trabajar a una fábrica se formaba rápidamente para una tarea simple en una cadena de montaje. Pero la economía actual reclama una cualificación cada vez mayor. Aunque siempre el progreso técnico ha creado más empleos que los que ha destruido, lo propio de la situación actual es que los empleos creados y los obsoletos no tienen nada que ver en términos de cualificación. La digitalización destruye empleos en tareas repetitivas, y los crea en sectores que exigen una formación especializada. Y una cajera de supermercado no se reconvierte en experta en marketing digital con un cursillo. En suma, el índice más significativo de mejora salarial será que cada vez haya menos trabajadores que perciban el SM.

La mejora de la formación profesional es especialmente urgente ante la penuria de mano de obra cualificada que amenaza la recuperación económica en Europa. En Alemania, en Francia, en el Reino Unido, las empresas lanzan el mismo lamento: no encontramos los trabajadores que necesitamos. Para los empleos más cualificados, como en las TIC, las empresas se enfrentan a una escasez de graduados, lo que impulsa una inflación salarial. Pero lo mismo está ocurriendo en sectores más tradicionales. En España, las empresas constructoras están sedientas de una mano de obra cualificada, según afirma el presidente de la Confederación Nacional de la Construcción. Se necesitan, encofradores, albañiles, fontaneros, electricistas, instaladores de renovables… Para un sector que hasta la crisis del ladrillo era el motor del empleo en España, esta escasez de trabajadores dispuestos a subirse al andamio es preocupante. Quizá el Ministerio de Igualdad podría echar una mano para promover el empleo femenino en el sector, que ahora supone solo un 8,2% del total de la construcción.

En un contexto de penuria de mano de obra, la cuestión del SM pierde entidad. Los salarios suben por sí solos. “He tenido que aumentar el salario de mis cincuenta camioneros un 20%, simplemente para conservarlos”, declara a Le Monde el director general de una empresa de logística británica. La falta de transportistas y la huida de trabajadores extranjeros por el Brexit han hecho que falle la reposición de productos en los supermercados. Pero la escasez de trabajadores en Europa se nota también en la hostelería y la restauración, la sanidad, la ayuda a domicilio, la limpieza…También en EE.UU., en julio había 10 millones de puestos de trabajo por cubrir, y aunque el SM federal es de 7,50 dólares la hora, ahora se están pagando 15 dólares.

Desde hace tiempo se advierte que el envejecimiento de la población europea y la escasa natalidad van a reducir progresivamente el número de activos, sin que la inmigración llegue a compensar el déficit. En esta coyuntura, se abre una oportunidad para que los trabajadores mejoren su capacidad de negociación después de cuatro décadas de subidas salariales reducidas. Pero hace falta que los candidatos tengan la cualificación que las empresas reclaman.

 

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