No me robes mi causa

La idea de que existe un “racismo institucional” ha calado también en élites del Reino Unido, que han descubierto una nueva causa que reclama sus esfuerzos. Esta convicción se ha convertido en poco tiempo en una rígida doctrina oficial en estos ambientes, doctrina que uno no puede cuestionar si no quiere convertirse en sospechoso de “supremacismo blanco”. Por eso ha escandalizado el informe recién publicado por la Comisión sobre Raza y Disparidades Étnicas, que niega la existencia de un racismo estructural en el Reino Unido y mantiene que la estructura familiar y la clase social son factores más decisivos que la raza en las desigualdades.

La Comisión creada por el gobierno el pasado verano estaba presidida por Tony Sewell, un académico de raza negra, nacido en Inglaterra de padres jamaicanos. Distinguido por su actividad investigadora en el campo de la educación, es fundador de la ONG Generating Genius, dedicada con éxito a que jóvenes desaventajados de minorías se abran camino hacia las mejores universidades. De entrada, no parece un hombre que pueda ser considerado un pilar del “privilegio blanco” en el Reino Unido.

Pero, después de examinar los datos disponibles, el informe de la Comisión llega a conclusiones inaceptables para los que piensan que la raza es el elemento estructural básico de las sociedades occidentales.

La Comisión concluye que los niños de minorías étnicas tienen tan buenos o mejores resultados que los niños blancos en la educación obligatoria, con la excepción de los negros caribeños. Este éxito en la educación ha “transformado la sociedad británica de los últimos cincuenta años, para convertirla en una sociedad que ofrece mejores oportunidades para todos”. El informe constata que la brecha salarial entre las minorías étnicas y la mayoría blanca se ha reducido a un 2,3% y es apenas significativa para los empleados de menos de 30 años. También hay más diversidad étnica en profesiones como el Derecho y la Medicina.

El informe no niega que algunas comunidades sufran aún la carga de un “racismo histórico”, que pueda ser una barrera para el éxito. Pero mantiene que factores como la geografía, la familia, el sustrato socioeconómico, la cultura y la religión tienen “un impacto más significativo en las oportunidades vitales que la existencia del racismo”.

La Comisión admite que aún se pueden encontrar sesgos racistas en la sociedad británica, pero descarta que pueda hablarse de un racismo institucional. Es más, se atreve a señalar que una “estridente forma de pensamiento antirracista trata de explicar toda desventaja de las minorías bajo el prisma de la discriminación blanca”, lo que desvía la atención de “otras razones del éxito y del fracaso de las minorías”.

Ya en un artículo publicado en Spectator en 2019, Tony Sewell se había atrevido a señalar la “epidemia de carencia de padres” que sufrían muchas familias negras en el Reino Unido. Y destacaba que mientras solo el 6% de los niños de origen indio vivían en una familia monoparental, la proporción subía al 43% y al 63% en el caso de sus compañeros negros de familia africana y caribeña, respectivamente. No es el tipo de datos que suelen destacarse a la hora de explicar las desigualdades.

De ahí que los cruzados de las políticas identitarias y los gurús de la Teoría Crítica de la Raza hayan reaccionado con indignación ante el informe de la Comisión. No es que opongan otros datos a los que destaca el informe. Es el mero hecho de que no admita un racismo institucional y sistemático lo que les escandaliza. La Comisión debía respaldar sus tesis, no llegar a conclusiones por cuenta propia. Cuando es tan fácil y explicativo atribuir toda desigualdad al racismo, sacar a colación motivos familiares, socioeconómicos o de clase, no es más que una pantalla del “privilegio blanco”.

En su furia contra la Comisión, los detractores no han dudado en descalificar a Tony Sewell como “moderno Tío Tom”, “traidor a la raza” o “negro decorativo”. Se ve que la izquierda antirracista, tan habituada a sentirse ofendida por “microagresiones”, tiene manga más ancha cuando se trata de hundir a sus adversarios, aunque sean de raza negra. Para ellos, la raza depende más de las ideas que de los genes.

En último término, lo que no puede admitir la reacción es que el informe de una Comisión les arrebate una causa para la que han construido una doctrina. Es como si les quitaran la cartera. El lobby identitario defiende su causa, porque le va en ello su prestigio de militantes éticos, su fachada intelectual y, a veces, hasta su presupuesto. Nadie les puede despojar de “sus víctimas”, esos desposeídos que necesitan su lucha y su protección. De modo que señalar que cada vez más están mejorando sus oportunidades vitales, solo puede ser una traición.

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3 respuestas a No me robes mi causa

  1. Juan dijo:

    Extraordinario!!

  2. Irene dijo:

    Muy interesante y muy claro. Gracias

  3. MN dijo:

    Enhorabuena! Como siempre, le da en la clave al asunto!

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