Hemorragia de batas blancas

Se ha hablado mucho de la escasa disponibilidad de vacunas contra el covid en los países menos desarrollados en comparación con las cifras millonarias adquiridas por los países ricos. Pero no menos inquietante es que en plena pandemia continúe el éxodo de médicos y personal de enfermería desde los primeros hacia los segundos. Los países de la OCDE siguen necesitando más médicos de los que forman, y se convierten en un imán para los profesionales sanitarios de otros países que buscan salarios más altos y mejores condiciones de trabajo.

Es llamativo que en Irlanda la proporción de médicos formados en el extranjero ascienda al 42,3% o que en Suiza la proporción de enfermeros de origen extranjero sea del 25% (datos de 2017, recopilados en Panorama de la Salud 2019). Pero aunque tomemos solo la media, más de uno de cada seis médicos que trabajaban en países de la OCDE obtuvo al menos su grado inicial en Medicina en otro país, frente a uno de cada siete en la década anterior. Es significativo que este aumento de personal extranjero tuvo lugar en paralelo a un incremento del número de médicos y enfermeros formados en el país, lo cual indica la demanda sustancial de estos profesionales.

Muchas veces los que parten al extranjero están divididos entre el deseo de buscar mejores condiciones de trabajo y el sentimiento de que son más necesarios en su país. Un reciente reportaje de Le Monde reflejaba el éxodo de médicos tunecinos hacia Francia y Alemania, poderosos focos de atracción. Cada año, entre 700 y 800 médicos abandonan el país, desalentados por los salarios ofrecidos en el sector público, el equivalente a 360 euros mensuales (frente a un salario mínimo de 120 euros). Por este motivo, cerca del 80% de los jóvenes inscritos en el Colegio de Médicos se dan de baja para irse al extranjero.

Aunque en 2021 el gobierno haya anunciado la contratación de 300 médicos, son contratos precarios y mal pagados. También son desanimantes las deficiencias del sistema sanitario. Una médica tunecina de 29 años, que ha obtenido fácilmente un empleo en Francia, asegura: “En Túnez no tenemos ninguna perspectiva de futuro con los salarios que se nos ofrecen, y la calidad de vida no es igual”. Otro, que se aclimata a su nuevo empleo en el servicio de urgencias de un hospital francés, explica su dilema: “Es verdad que uno se siente culpable y egoísta al partir porque sabe que se le necesita en el país, pero todo se deteriora en Túnez”.

Para luchar contra esta hemorragia, el secretario general del Sindicato de Médicos, Ahlem Belhadj, pide negociar acuerdos bilaterales entre Túnez y Francia, que tengan en cuenta las necesidades de ambas partes, sin dejar desatendidos servicios en el país de origen. De hecho, ya en 2010 la Organización Mundial de la Salud adoptó un código de buenas prácticas para la contratación internacional de personal sanitario. Con los acuerdos de colaboración se podría abrir vías para la migración de personal sanitario hacia los países ricos, a cambio de que estos ayudaran a reforzar la formación de médicos y enfermeros en los países de origen.

También en España se cuenta cada vez más con médicos extranjeros, sobre todo procedentes de Latinoamérica. Según los datos de 2017, en España la proporción de médicos extranjeros suponía entonces el 9,4%, por debajo de la media de la OCDE (17%), aunque en el caso de España los datos se basan en el lugar de nacimiento, no de formación.

Aunque España necesite a estos profesionales, no puede decirse que les acoja con los brazos abiertos. Han de homologar su título en Medicina, y aun así quizá no puedan acreditar su especialidad. Los obstáculos burocráticos pueden convertirse en un galimatías jurídico, y mientras tanto tienen que ejercer como médicos eventuales o haciendo sustituciones. Pero cuando los médicos extracomunitarios son indispensables, los obstáculos se sortean. Así, en lo más duro de la pandemia de covid, el Ministerio de Sanidad autorizó la contratación extraordinaria de 10.000 médicos sin MIR y extracomunitarios, a pesar de las críticas de los sindicatos médicos. El problema es que, al remitir la pandemia, los primeros que ven cancelados sus contratos son los extranjeros.

El Foro de Médicos de Atención Primaria criticó entonces la contratación de médicos extracomunitarios por motivos, decían, de “equidad internacional”: “Descapitalizar de médicos a países con un mayor nivel de pobreza, menor esperanza de vida y más patología derivada de déficits en salud pública y escasez de profesionales sanitarios, es otra línea roja que no deberíamos cruzar”.

Sí, pero para eso los médicos españoles deberían estar dispuestos a cruzar otras líneas. Porque al médico extracomunitario no le faltará trabajo si se ofrece a ir a pueblos donde los médicos españoles nunca piden plaza. En la España vaciada, con una población envejecida, los centros de salud dependen en buena parte de médicos venezolanos, colombianos, dominicanos… sin los cuales los viejitos de los pueblos quedarían desasistidos. Cada vez más los inmigrantes de bata blanca van a ser indispensables.

Print Friendly, PDF & Email
Esta entrada fue publicada en Migraciones y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

1 respuesta a Hemorragia de batas blancas

  1. Juan Llor Baños dijo:

    Es dar en el clavo!! lo suscribo como médico.

Los comentarios están cerrados.