El sobrepeso de América

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Cada dos años América se sube a la balanza para comprobar si su lucha contra el exceso de peso está dando frutos. Esta vez había más expectación, pues la mismísima Michelle Obama se había empeñado personalmente en la cruzada contra la obesidad en la campaña Let’s Move! Sin embargo, los datos que acaba de proporcionar el National Health and Nutrition Examination Survey son decepcionantes. En el periodo 2013-2014 cerca del 38% de los adultos americanos son obesos, cuando en 2011-2012 eran el 35% y diez años antes el 32%.

La llamada “epidemia de obesidad” sigue su curso, con repercusiones negativas sobre la salud. Ni tan siquiera se han notado las mejoras en la dieta, con reducción de las grasas trans, menos consumo de refrescos y un ligero aumento en la aportación de fibras. ¡Haga usted dieta para esto!

Hay algunos signos de esperanza como la reducción de los niños demasiado gordos en la franja de edad de los 2-5 años. Los cambios en los menús escolares y la drástica retirada de las bebidas azucaradas en las máquinas expendedoras de las escuelas han favorecido este cambio.

Pero si se amplía la franja de edad hasta los 19 años, resulta que el 17% siguen siendo obesos, lo mismo que en 2003-2004. Puestos a celebrar algo, la directora de la campaña Let’s Move!, Debra Eschmeyer, se felicita de que al menos la obesidad infantil no haya aumentado.

Como tantas cosas en EE.UU., el dato nacional encubre notables diferencias entre grupos étnicos y entre ricos y pobres. El 38% de las mujeres eran obesas en el periodo 2011-2014, pero en el caso de las mujeres negras eran el 57%, entre las hispanas el 46% y el 36% entre las blancas. El porcentaje de obesos entre los hombres se queda en el 34%. Lo más seguro para mantenerse bajo de peso es ser asiático: serán los genes o será que se ponen menos en el plato, pero la tasa combinada de obesidad baja entre ellos al 12%.

El peso excesivo aumenta los riesgos para la salud. La diabetes se ha convertido así en otra amenaza para los americanos de mediana edad, entre quienes la obesidad alcanza un máximo del 40%.

Pero el exceso de peso también supone un riesgo… para la seguridad nacional, por la dificultad del Ejército para enrolar suficientes efectivos. Según estadísticas proporcionadas por el Pentágono, en el informe de 2014 Retreat is Not an Option, el 27% de los jóvenes americanos están demasiado gordos para superar las pruebas físicas que exige el Ejército. Muchos ni lo intentan. Pero entre los que se presentan cada año 15.000 se quedan fuera porque tienen más kilos de los necesarios.

En último término, los estilos de vida insanos pasan factura a los interesados, incluso en términos de muerte precoz. Un estudio recién publicado por el premio Nobel de economía Angus Deaton y su mujer Anne Case, destaca en EE.UU. el inesperado dato del aumento de la mortalidad entre la clase trabajadora blanca de mediana edad (45-55 años), al mismo tiempo que se ha reducido entre hispanos y afroamericanos. Los autores lo achacan al aumento de muertes causadas en este grupo de trabajadores blancos por el abuso de alcohol y drogas, enfermedades hepáticas como la cirrosis y los suicidios. Algunos analistas han interpretado esta tendencia autodestructiva como una consecuencia del deterioro de los estándares laborales, familiares y cívicos que favorecieron antes la cohesión social de la clase trabajadora blanca, que ahora ha perdido el norte.

También aquí, como en el problema de la obesidad, la diferencia entre la clase blanca acomodada y la baja, se hace notar. La clase más educada cuida su dieta como cuida su estabilidad familiar, su trabajo, la educación de sus hijos. La clase baja vive en ambientes desordenados, donde es más difícil el autocontrol y la productividad, y donde la comida basura no favorece una alimentación sana. El cambio cultural ha hecho más daño a los que tienen menos recursos. Antes uno podía ganar más o menos dinero, pero casi todo el mundo estaba de acuerdo en que había que trabajar duro, que era importante sacar adelante la familia, que había que respetar la ley, que el sentido de comunidad obligaba… Hoy los que están más abajo tiene menos oportunidades laborales para elevarse y en muchos casos tampoco creen ya en estos principios. Y esta brecha cultural y económica puede romper las costuras del experimento americano tanto como la obesidad.

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