Catálogo de familias

La Ley de Familias, pendiente de aprobación por el gobierno, consagra el principio de diversidad familiar. Su idea es que hay una multiplicidad de modelos de familia, que resultan de las diferentes concepciones sobre la sexualidad y las relaciones afectivas, y de los distintos modos de organizar esas relaciones. La familia de origen matrimonial sería solo una más, no más “modélica” que otras. Y si todas son socialmente equivalentes, desde el punto de vista jurídico se impone someterlas a todas a un régimen semejante, evitando toda discriminación.

De todos modos, no conviene perder de vista que la familia es una institución de interés social en la medida en que, a través de los hijos, hace posible la existencia y socialización de nuevos ciudadanos. Al Derecho no le interesa el tipo de relaciones afectivas que unen a dos adultos. Pero si quieren formar una familia, a la ley sí le interesa cómo pueden asegurar su función social de crianza de los hijos.

No es una cuestión de mayor o menor dignidad de tipos de familia, sino de funcionalidad. Y aquí hay mejores o peores modos de cumplir las funciones estratégicas de la familia. El grado de compromiso entre los dos padres y los recursos disponibles para atender a los hijos, son elementos clave que pueden favorecer o dificultar esa misión.

Exaltar la diversidad se ha convertido en el mantra repetido de nuestra época, al que también rinde tributo la Ley de Familias. Pero hay una contradicción en este enfoque. Por una parte, se afirma que todos los diversos modelos son equivalentes. Pero a renglón seguido hay que discriminar para dar a algunos una protección especial porque son más vulnerables (monoparentales, familias reconstituidas, familias LGTBI…).

Ya que la Ley de Familias no pretende favorecer ningún modelo de familia que sea más sólido y funcional, por lo menos debería atenerse a la realidad sociológica de la familia en España en vez de inventarse “modelos” de familia, que no son más que circunstancias familiares.

Si atendemos a los datos resulta que, puestos a emparejarse, los españoles prefieren con mucho el matrimonio: el 84% de las parejas están casadas, si bien las parejas de hecho van en aumento (un 2,5% más que en 2019).

Por otra parte, las parejas de distinto sexo son la abrumadora mayoría (99%), lo cual desmiente los porcentajes que a veces se dan sobre la población LGTB o su predisposición al “matrimonio igualitario”.

Según la Encuesta Continua de Hogares, actualmente las parejas con hijos en casa suponen un tercio de los hogares, en los que crían un hijo (15,4%), dos hijos (14,8%), o tres o más hijos (3%). El tercer hijo, que define ahora la frontera de la familia numerosa, es también el que nos falta desde el punto de vista demográfico para asegurar la sustitución de generaciones.

Los hogares monoparentales (un adulto con hijos a su cargo) suponen el 10,4 % de los hogares, y en ocho de cada diez casos se trata de una madre con sus hijos. Esta madre puede ser divorciada (40,2%), viuda (37,6%), soltera (15,8%) o casada (6,4%). Lo de “madre soltera por elección” se lleva poco, aunque últimamente proliferen reportajes sobre estas “pioneras”.

Los hogares monoparentales van en aumento, pero en la inmensa mayoría de los casos son situaciones que ni las madres ni los padres que están al frente han deseado. Son infortunios familiares (viudez, divorcio…) más que modelos elegidos.

También suelen atravesar situaciones más difíciles. Las familias monoparentales tienen un mayor riesgo de pobreza (54,3%: el doble que la media), problemas de conciliación, de educación de los hijos por falta de referente paterno…

La Ley de Familias no se plantea la urgente cuestión de cómo aumentar la natalidad. Pero si diseña un buen sistema de ayudas, podría contribuir a que las familias alcancen ese número ideal de hijos que, según las encuestas, es superior al actual.

En este aspecto, las parejas casadas solían tener más descendencia que las otras. Las parejas de hecho están sobrerrepresentadas entre las parejas sin hijos (son el 20% de estas). Sin embargo, también es verdad que el porcentaje de nacimientos fuera del matrimonio ha ido creciendo de modo sostenido, desde un 17% en 2000 a casi la mitad del total (49%) en 2021.

De los datos se desprende que, efectivamente, hay cada vez más familias distintas de las de origen matrimonial. Pero una cosa es respetar los distintos modos de convivencia que eligen las personas y otra olvidar que no todas favorecen por igual la función social de la familia. Sin duda, hoy día hay más diversidad familiar, pero eso no quiere decir que sea siempre para bien. La ley de Familias trata de venir en ayuda de las familias más vulnerables, en vez de prevenir situaciones que desembocan en la fragilidad.

Si el Estado pudiera favorecer el tipo de familia más apta para cumplir su función social, le convendría el modelo matrimonial heterosexual con hijos. La familia de origen matrimonial corre menos riesgos. Una familia a cargo de dos padres comprometidos sería menos vulnerable y dispondría de más recursos económicos y educativos. En bien de la socialización de los hijos, al Estado le interesaría una familia estable, en vez de que se multiplicaran los hogares monoparentales por un divorcio exprés.

La familia no se elige por catálogo. Pero el tipo de política familiar que se diseñe puede contribuir a que el resultado se acerque más o menos al óptimo social.

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2 respuestas a Catálogo de familias

  1. karel phlips dijo:

    Si las familias «funcionan», la sociedad se beneficia.

  2. Juan Llor Baños dijo:

    Extraordinario artículo

Los comentarios están cerrados.