Caen dos estatuas más

Busto de Margaret Sanger en la Smithsonian Institution (Washington, D.C.)

En un tiempo en que se derriban estatuas en nombre del antirracismo, no es sorprendente que dos de las principales organizaciones promotoras de la planificación familiar y el aborto en el mundo hayan decidido distanciarse de sus figuras inspiradoras. Marie Stopes International se olvidará de la pionera del control de natalidad y pasará a llamarse MSI Reproductive Choices. Por su parte, Planned Parenthood ha decidido que quitará el nombre de su fundadora Margaret Sanger del Manhattan Health Center. Sus nombres resultan hoy incómodos por sus ideas eugenésicas aplicadas sobre todo a las clases más pobres.

No es que esto se haya sabido ahora. Los críticos del aborto lo han señalado a menudo, mientras que los defensores de estas organizaciones han tendido a minimizarlo y atribuirlo al ambiente de tiempos pasados. Pero en el clima antirracista actual esta postura es ya insostenible.

Marie Stopes (1880-1958) fue una paleontóloga británica, primera académica femenina de la universidad de Manchester, defensora de los derechos de la mujer y fundadora de la primera clínica de control de la natalidad en Gran Bretaña. Pero su idea del control de la natalidad estaba asociada a unas firmes convicciones eugenésicas y al darwinismo social. Así, en su libro Radiant Motherhood afirmaba: “Es un deber urgente de la comunidad impedir la paternidad de aquellos cuyas condiciones físicas y mentales son tales que es casi una certeza que su descendencia estará física y mentalmente dañada, si no completamente tarada por la enfermedad”. Y no era una frase aislada.

A su muerte legó su clínica a la Eugenics Society. Marie Stopes no defendía públicamente el aborto, pero los que continuaron su labor sí lo incorporaron a su arsenal contraceptivo. La hasta ahora llamada Marie Stopes International tiene hoy clínicas en 37 países y el pasado año realizó 5 millones de abortos. Al cambiar ahora de nombre, la organización subraya que las opiniones de Marie Stopes sobre la eugenesia “contrastan netamente con nuestros valores”.

La asociación entre control de la natalidad y eugenesia aparece también en las ideas de Margaret Sanger (1879-1966), la enfermera fundadora de Planned Parenthood, en EE.UU. Aunque defendía la anticoncepción como un medio para que la mujer controlara libremente la natalidad, también lo veía como un instrumento eugenésico: “Nos encontramos en una situación en la que nuestras instituciones de beneficencia, nuestros actos de compasión, nuestras pensiones, nuestros hospitales, incluso nuestras infraestructuras básicas, tienden a mantener con vida a los enfermos y a los débiles, a los cuales se les permite que se propaguen y, así, produzcan una raza de degenerados”. Por eso, “el control de natalidad es ni más ni menos que un modo de facilitar el proceso de descartar a los discapacitados, de prevenir el nacimiento de los deficientes o de los que puedan llegar a ser deficientes”.

Este “descarte” es el motivo por el que el Tribunal Constitucional de Polonia ha declarado ilegal la práctica del aborto en el supuesto de que el feto presente alguna anomalía. El Tribunal considera que este supuesto “legalizaba prácticas eugenésicas” y “hacía depender la protección del derecho a la vida del no nacido de su estado de salud, una forma de discriminación directamente prohibida”. La airada reacción de la UE ante esta decisión muestra que si bien la eugenesia a manos del Estado está hoy mal vista, la eugenesia privada debe tener luz verde.

Pero aunque Sanger pensaba que la anticoncepción evitaría el aborto, sus sucesores han hecho siempre campaña por la legalización del aborto y por las políticas de control de la natalidad. Actualmente, Planned Parenthood es la principal organización proveedora de abortos en EE.UU.

Racismo y aborto

La historia de Planned Parenthood y sus políticas pro aborto han tenido una dispar repercusión racial, como señalaba el columnista del New York Times Ross Douthat, en un agudo artículo. Ahora que se habla tanto del racismo estructural en la sociedad norteamericana, no se puede olvidar que, aunque no sea algo buscado, la legalización del aborto han provocado una mayor reducción de los nacimientos entre los afroamericanos que entre los blancos. Hoy la tasa de abortos entre los negros es cinco veces superior a la de los blancos.

Esto ha influido también en el cambio de estructura familiar, particularmente entre los negros, al facilitar que los hombres tengan sexo sin compromiso y que se comporten irresponsablemente con la mujer embarazada, “Igual que la tasa de aborto –escribe Douthat–, también la tendencia al aumento de las familias sin padre ha tenido repercusiones más profundas en las comunidades pobres y vulnerables. Y así ha contribuido también a mantener la desigualdad racial, al reservar para la clase blanca las ventajas socioeconómicas propias de las familias con padre y madre”.

La pretensión de que son las mujeres pobres las que más necesitan el derecho al aborto y las más expuestas a morir por intervenciones clandestinas ha sido uno de los argumentos recurrentes de las fuerzas pro-choice en el áspero debate que está teniendo lugar en Argentina. Tras un primer intento de legalizar el aborto, rechazado por el Congreso en 2018, el actual presidente Alberto Fernández ha presentado un proyecto de ley más extremo que el anterior. Según el proyecto, el aborto sería libre y gratuito en todos los hospitales públicos y privados durante las primeras 14 semanas del embarazo, y luego sin plazo si fuera consecuencia de una violación o pusiera en peligro la salud “física o mental de la madre”. O sea, que se podría abortar en cualquier momento alegando simplemente un riesgo para la salud mental de la madre, incluso para adolescentes de 13 años.

Aunque ha habido movilizaciones a favor y en contra, ha sido particularmente significativa la postura de una red de madres que viven en las “villas” (barrios de chabolas) y que escribieron al Papa Francisco pidiéndole que “sea nuestra voz” porque no es escuchada en el debate. La carta iba firmada por ocho mujeres activistas que afirmaban: “Nuestra realidad como mujeres que tratan de superar las dificultades de la vida con nuestros hijos es ocultada por mujeres que pretenden representarnos sin pedirnos nuestro consentimiento, ahogando nuestras verdaderas posiciones sobre el derecho a la vida. No quieren escucharnos, ni los legisladores ni los periodistas”.

Y realmente han logrado que esta vez su voz se escuche, pues el Papa Francisco se ha involucrado con una respuesta de su puño y letra que pesará en el debate. En su carta del 22 de noviembre el Papa deja claro que el problema el aborto “no es un asunto primeramente religioso sino de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa”. Y luego hace dos preguntas incómodas: “¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?”

Si Black Lives Matter, también las vidas eliminadas por el aborto deberían importar.

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1 respuesta a Caen dos estatuas más

  1. Juan Carlos Llamazares dijo:

    Interesante y clarificador.
    Gracias.

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