No hicimos la ley para eso

Aborto según el sexoLas leyes que abren una brecha donde antes había un obstáculo legal tienen siempre impulsores, a menudo bienintencionados, que pretenden dar salida a situaciones excepcionales.  Pero las leyes tienen su propia dinámica y sus efectos educativos o deseducativos sobre los ciudadanos.

En estos días hemos podido oír los comentarios desencantados de algunos impulsores de leyes permisivas, que en su momento se presentaron como solución para casos excepcionales. En Holanda, el psiquiatra Boudewijn Chabot fue uno de los más firmes defensores de la eutanasia. En 1994 proporcionó un fármaco letal a una paciente de 50 años que deseaba morir para librarse de su sufrimiento psíquico (había perdido a sus dos hijos y acababa de divorciarse); el Tribunal Supremo absolvió al psiquiatra, admitiendo que el sufrimiento del enfermo podría ser también psíquico, aunque no estuviera aquejado de una enfermedad incurable en fase terminal. A partir de entonces se impuso una práctica cada vez más tolerante, hasta que se llegó a la plena legalización de la eutanasia en 2000.

Ahora Chabot ha publicado un comentario crítico en el diario NCR Handelsblad sobre el caso de una mujer de 35 años con enfermedad mental. Había pedido la eutanasia a su médico de familia, que había consultado con otro médico, como exige la ley, y este había dictaminado que no cumplía las condiciones previstas. Pero el médico de familia no se conformó y consultó a un segundo médico, que también lo rechazó; finalmente recurrió a un tercero, que estuvo conforme. Cuarenta y ocho horas después, la enferma fue eutanasiada. En 2012, 14 enfermos mentales recibieron la eutanasia en Holanda.

El psiquiatra Chabot sigue siendo favorable a la eutanasia, pero confiesa que “no se siente a gusto” con este ley, que tiene demasiados “defectos”, y declara sentirse “sorprendido por la reciente evolución”.

Otro que también está incómodo con los resultados de la ley que promovió es David Steel, el político liberal padre de la ley del aborto en Inglaterra en 1967. En Inglaterra y Gales hubo más de 185.000 abortos en 2012, y en el 37% de los casos se trataba de mujeres que ya habían tenido uno o más abortos previos. Steel, que ya se había declarado antes impresionado por el número de abortos, lamenta ahora: “Es extraño que tantas mujeres tengan abortos repetidos, a veces más de dos, lo que sugiere que están utilizando el aborto como un medio anticonceptivo. No era ese el propósito de la reforma de 1967”.

Pero los resultados de una ley no siempre tienen que ver con su espíritu. Lo decisivo acaba siendo el mensaje que transmite y las posibilidades que ofrece.

Tampoco estaba previsto que la ley se utilizase para abortos selectivos en función del sexo, y sin embargo es algo que ha empezado a hacerse también en Europa. El pasado septiembre saltaron a la luz pública casos de clínicas dispuestas a hacer abortos por este motivo en el Reino Unido, lo que es ilegal, pero la fiscalía  no formuló cargos porque  el “interés general” no lo exigía.

Mujeres pro-choice se indignaron entonces de que una ley saludada como un avance para la mujer se utilizara precisamente para eliminar a los fetos femeninos, que suelen ser los no deseados en esos casos. Apelar a la autonomía de la mujer no podía justificar tratar a las niñas como criaturas menos valiosas.

Esta es también la convicción de  Mara Hvistendahl, autora de Unnatural Selection, libro en el que denuncia “la guerra contra las niñas” por el aborto selectivo en China e India, práctica que empieza a extenderse también a países occidentales. Hvistendahl defiende el derecho al aborto, pero le repugna que la mujer decida llevar o no a término su embarazo en función del sexo del feto. “Después de décadas de luchar por el derecho de la mujer a decidir sobre su embarazo, es difícil dar marcha atrás y señalar que las mujeres están abusando de ese derecho”, dice.

Pero otras no ven ningún abuso, sino la consecuencia lógica del “nosotras decidimos”, que no admite excepciones. Si el feto puede ser eliminado por cualquier motivo (económico, social, eugenésico…) que le haga indeseable para la mujer, ¿por qué no por razón del sexo? El criterio pro choice defiende la elección, pero se ve impotente para distinguir entre buenas y malas  razones para elegir.

La experiencia enseña que lo que se admitía como excepción, acaba exigiéndose en la práctica como un derecho, ya que cada uno piensa que su situación es singular. Y el resultado final puede ser muy distinto de lo que habían pensado los padres de la ley.

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2 respuestas a No hicimos la ley para eso

  1. Pedro Pinto dijo:

    ¿En qué quedamos? ¿No dizque el embrión o feto no es un ser humano, sino un componente del cuerpo de la madre? ¿Desde cuándo el apéndice, o las glándulas salivales , tienen sexo masculino o femenino? ¿Por qué se quejan de discriminación cuando se abortan mayoritariamente fetos femeninos? Cayeron en su mentira. Aceptan que el feto es un ser humano y tiene sexo. No obstante, esas madres carniceras y depredadoras seguirán asesinando a esos seres diciendo que es su cuerpo, a sabiendas de que es una vil mentira.

  2. Se me ha ocurrido un argumento del tipo que soléis hacer, pero no lo sé desarrollar, aunque creo que es el tipo de cosas que he aprendido leyendo ‘contrapuntos’. Se refiere a la curiosa forma de entender la libertad que tiene la izquierda:
    -deja que cada mujer aborte, no lo hagas si no quieres. Eso sí, con dinero público.
    -pero los padres que quieren llevar a sus hijos a la educación diferenciada, no pueden: ahí no hay libertad, sino un criterio de ‘principios’. Y pagan la educación dos veces.
    Seguro que vosotros lo podéis desarrollar mucho mejor.

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