Mujer en la India, mejor cristiana

Mujer india con su hijaLos datos del último censo de población realizado en la India en 2011 van siendo explotados poco a poco. Ahora acaban de ser publicados los relativos a la adscripción religiosa de la población. Los cristianos (27,8 millones) representan el 2,31% de la población, porcentaje que ha variado poco respecto al censo anterior de 2001.

Pero hay un dato significativo que distingue a los cristianos respecto a otras religiones: es la única comunidad que cuenta con más mujeres que hombres, y la proporción ha ido en aumento: en 2001 había 1009 mujeres cristianas por cada 1000 cristianos, y en 2011, 1023 cristianas por cada 1000 cristianos.

En comparación, en el caso de los musulmanes, la proporción es de 951 mujeres por 1000 hombres; y entre los hindúes, de 939 mujeres por cada 1.000 varones.

Una posible  explicación de estos datos es que el cristianismo tenga un especial atractivo para las mujeres indias, y que se produzcan más conversiones entre ellas. Pero, tratándose de grandes números,  la justificación más convincente es que entre los cristianos está mucho menos difundida la práctica del aborto selectivo de niñas, que en la India es una costumbre prohibida por la ley y admitida en la práctica.

El mismo censo revela que la discriminación contra la mujer comienza en el seno materno. La proporción de sexos al nacimiento es de 1,12 niños por cada niña. La mortalidad infantil se ceba más con ellas (43,22 muertes por cada 1.000 nacidas vivas, mientras que entre los niños es de 40,56), lo cual sugiere que se toman menos cuidados con las niñas.  En consecuencia, según el censo de 2011, en la India solo había 914 niñas menores de seis años por cada 1000 niños, cuando una década antes eran 927. La desproporción entre los nacimientos de niños y de niñas es la más alta de los últimos 50 años.

El gobierno es consciente de esto, y ya desde hace años se prohíbe por ley el diagnóstico prenatal del sexo para evitar  los abortos selectivos de niñas. Sin mucho éxito, por el momento. No se puede prohibir a un servicio de ginecología que haga ecografías y hay un fuerte sector de clínicas que se lucran con la combinación de ecografía + aborto.

Tampoco cabe achacar esta práctica a la ignorancia y la pobreza, ya que está más difundida entre familias acomodadas. Aparte de la tradicional preferencia por el hijo varón, influye una poderosa razón económica: un hijo será siempre el pilar en que se apoyan sus padres, también para la vejez, mientras que la hija pasa a pertenecer a la familia del marido, y hay que casarla con dote. En suma, es vista como una carga. Para las clases medias, la dote y la  boda de la hija se convierten en un obstáculo a su ascenso social.

Las organizaciones que defienden el aborto como un instrumento de liberación de la mujer  ven con amargura  que se ha convertido en un arma contra las niñas. Por eso  afirman que se ha “desvirtuado” y reclaman sanciones más duras contra las clínicas que no cumplen la ley. Pero, según la lógica del derecho al aborto, que en la India  permite eliminar al feto por cualquier motivo (económico, social, psicológico…) que le haga indeseable para la mujer, ¿por qué no por razón de sexo? Después de todo, para muchas familias es una razón mucho más fuerte que otras que se esgrimen en Occidente para justificar el aborto a petición.

Al final, parece que la doctrina cristiana sobre el respeto a la vida y la valoración de la mujer ha sido más eficaz para proteger a las niñas que las campañas del gobierno y que las prohibiciones legales. La fe ha supuesto una poderosa protección para evitar esa radical discriminación contra la mujer que supone privarle del derecho a la vida.

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