Médicos que se caen del pedestal

En el mundo de hoy pocos avances obtienen más reconocimientos que los progresos médicos. Pero sus ventajas no nos pueden hacer olvidar los medios con que se consiguen. Y a veces su falta de respeto a la ética enturbia la imagen de los científicos que los hicieron posible. Así ocurre con dos historias de estos días: la retirada de Central Park de una estatua de Marion Sims, “padre de la ginecología moderna”, y el descubrimiento de la connivencia con la eugenesia nazi por parte del doctor austríaco Hans Asperger, que ha dado su nombre a una forma de autismo.

En EE.UU., desde el pasado año se ha producido una polémica sobre la conveniencia de mantener estatuas o monumentos de figuras históricas que han sido importantes, pero cuyas vidas no son hoy admirables. En diversas ciudades se han retirado monumentos de la Confederación y en algunos campus las estatuas de fundadores o benefactores que fueron esclavistas. Hay quien dice que estas son huellas propias de una época, que pueden ser juzgadas en los libros de historia, pero que no tiene sentido eliminar hoy su presencia en los espacios públicos. Otros, en cambio, mantienen que no se puede dar un reconocimiento público a figuras contrarias a los derechos humanos.

En el caso de Marion Sims (1813-1883) nadie niega sus aportaciones a la moderna ginecología, cuando en los años 40 del siglo XIX desarrolló la cirugía para curar las fístulas vesicovaginales, a menudo causadas al dar a luz. Inventó lo que se conoce como el espéculo de Sims, para observar las cavidades corporales, y fue pionero en la investigación y tratamiento de la infertilidad. También creó el primer hospital de Nueva York para mujeres.

Lo que se le reprocha es que comprara esclavas negras y experimentara con ellas el tratamiento de las fístulas. Para perfeccionar sus técnicas, sometió a 11 esclavas a diversas y dolorosas operaciones sin anestesia (aunque hay que reconocer a en aquellos años la anestesia estaba poco desarrollada). Sus experiencias con estas esclavas no tienen nada que ver con lo que hoy consideraríamos un consentimiento informado: no se las trataba como pacientes sino como cobayas. Una vez que dominó estas técnicas, las ofreció a mujeres blancas de clase alta. Su éxito le dio fama mundial, y así lo atestigua la estatua que se le erigió en Central Park en 1934.

Es precisamente esta estatua la que ha sido el centro de la polémica. Los que han pedido su retirada (una petición en Internet recogió 26.000 firmas) aducen que no se puede honrar a un hombre que logró unos avances médicos al coste de utilizar con esclavas negras métodos carentes de ética. Finalmente, el Ayuntamiento de Nueva York ha decidido retirar su estatua de Central Park y trasladarla al cementerio donde está enterrado Sim.

Conformes con su época

Otro médico que también se ha caído del pedestal es el doctor austríaco Hans Asperger (1906-1980), que ha dado su nombre al “síndrome de Asperger”, una forma de autismo. Tampoco se niega en este caso que Asperger fue un pionero en el estudio del autismo, y que sus aportaciones científicas han contribuido a entender mejor este síndrome. Pero lo que ahora ha sacado a la luz un estudio del historiador médico Herwig Czech es que Asperger compartía el concepto de higiene racial de la ideología nazi y que colaboró en el programa de eutanasia infantil al enviar niños a la clínica Am Spiegelgrund. En esta clínica se concentraron niños que según los criterios del régimen no reunían las condiciones para llevar una vida “digna de ser vivida”. En ella murieron 800 niños entre 1940 y 1945, muchos de ellos, víctimas del programa de eutanasia infantil.

La connivencia de Asperger con el programa nazi ha sido una cuestión discutida durante décadas. Pero el nuevo estudio de Czech –basado también en papeles personales e historias médicas de pacientes de Asperger– parece ofrecer nuevas pruebas de su colaboracionismo y de sus estereotipos antisemitas.

Ahora las actitudes y los métodos de Sims o de Asperger nos resultan intolerables. Pero no hay que olvidar que eran hombres de su tiempo, y que compartían ideas ampliamente aceptadas en su sociedad. Sim era un hombre respetable, dentro de una sociedad que aún aceptaba la esclavitud. Asperger creía en las ideas y prácticas eugenésicas, que entonces eran moneda corriente no solo en Alemania sino también en otros países como Estados Unidos.

La fundadora de Planned Parenthood

Pero si hay que retirar estatuas de figuras médicas que utilizaron o menospreciaron a los más pobres y vulnerables, por lo menos habría que ser consecuentes, y aplicarlo en todos los casos, cualquiera que fuese la causa que les movía. Tenemos, por ejemplo, el caso de Margaret Sanger (1879-1966), por lo general presentada como una enfermera reformadora, activista del control de la natalidad, fundadora de lo que sería Planned Parenthood. Su estatua figura en el Smithsonian Institute entre los “Luchadores por la Justicia” y en el Freedom Trail de Boston.

Sin duda fue una voz de protesta, que influyó mucho en su época y después. Pero sobre todo protestó contra la proliferación incontrolada de los pobres e ignorantes, cuya descendencia quería limitar, con métodos coercitivos si fuera necesario. Basta leerla:

“Me pregunto si sería necesario establecer un sistema de permisos de nacimiento… Una licencia de matrimonio daría al marido y a la mujer el derecho a cohabitar, pero no el derecho a la paternidad… Ningún permiso de paternidad sería válido para más de un hijo” (America Needs a Code for Babies, 1934). Si le hubieran hecho caso, América habría sido pionera del “hijo único”, y no la China comunista.

También fue una promotora de la eugenesia, con el fin de mejorar la herencia humana, reduciendo la reproducción de los considerados como incapaces.

“Aquellos menos preparados para la competición son los que se están multiplicando más rápidamente” (The Pivot of Civilization, 1922).

Las políticas eugenésicas de Singer incluían una política migratoria selectiva, libre acceso a los métodos de control de la natalidad, y métodos coercitivos con los “profundamente retardados”.

“Una severa y rígida política de esterilización y segregación” en campos de trabajo, es necesaria para “ese tipo de población”, en la que se incluyen analfabetos, “cuya progenie está ya contaminada, o cuya herencia contiene rasgos objetables que pueden ser transmitidos a su descendencia” (“A Plan for Peace”, en The Birth Control Review (abril, 1932).

Parece que los “derechos reproductivos” de los más desfavorecidos no eran bien vistos por la fundadora de Planned Parenthood. Pero como el control de natalidad ha entrado en las costumbres, su estatua sigue en pie.

En cualquier caso, esta reconsideración de logros médicos conseguidos al precio de retrocesos éticos, puede servir para valorar lo que es un auténtico avance en la medicina. Quizá el día de mañana habrá peticiones para retirar los homenajes públicos a figuras que hoy se dedican a utilizar embriones humanos como material de experimentación o a aplicar la eutanasia a pacientes que no pueden decidir.

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2 respuestas a Médicos que se caen del pedestal

  1. ANGEL GUERRIERO dijo:

    Es cierto que resultan repudiables «logros médicos conseguidos al precio de retrocesos éticos» como bien apunta el artículo. El problema es que, a criterio del mundo relativista que se cuela en todo este tipo de cuestiones», «el logro médico» es objetivo; lo que se considera un retroceso ético» depende de las valoraciones del condenante, de manera que, según sea la filosofía del que juzga, lo ético es solamente opinable. Criterio verdaderamente demoníaco, pero bien posmodernista.

  2. Juan José Cardesa García dijo:

    Está muy bien y plantea un problema ético no sólo médico si no general. El deseo de lograr de un avance científico, económico, artístico, empresarial, etc., que puede acarrear «progreso», dinero y fama es algo que está en el afán de muchos, tanto a nivel individual como de grupos. Y en una sociedad materialista que no tiene en cuenta ante todo la ética basada en la dignidad de la persona, puede ocurrir esto; y de hecho ocurre con demasiada frecuencia: se aprovechan de la necesidad y de la indefensión de los más débiles y vulnerables.

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