El estudiante como cliente

Obtener un título siempre ha mejorado las posibilidades de empleo y de sueldo. Pero el premio ya no es lo que era. Hoy en España también hay mileuristas con máster, según revela el Barómetro de empleabilidad y empleo universitario (2017).

El informe se ha elaborado con una muestra de 6.738 alumnos de 50 universidades públicas y privadas, que hicieron un máster a partir de 2013. Cuatro años después, el 90% declaran que volverían a hacer un programa de máster, pero el motivo de mayor insatisfacción es el sueldo.

En principio, los años de educación mejoran la empleabilidad, pues en los países de la OCDE, como media, entre los adultos de 25-34 años, están desempleados el 7% de los que tienen título universitario, frente al 9% de los que completaron la enseñanza secundaria superior y el 17% de los que no terminaron secundaria (Education at a Glance 2017). En España, los datos del Barómetro confirman esta ventaja del título. De los que han hecho el máster, el 49,5% declaran que nunca han estado en paro tras terminar los estudios.

Otra cosa es la ventaja salarial relativa. También aumenta con el nivel de educación universitaria, pero ha ido disminuyendo ligeramente a medida que aumenta el porcentaje de jóvenes que realizan estudios universitarios. En España, el 47% de los jóvenes van a la Universidad y el 10% estudian un máster. Aunque estos sean una minoría, la ventaja salarial no alcanza a todos. Según el Barómetro, de los titulados con máster el 27% no cobra más de 1.000 euros; el 16,3% gana entre 1.000 y 1.200; el 18,4% entre 1.600 y 2.100; y un 13,1%, de 2.100 a 3.000 euros mensuales.

Por otra parte, no todos los titulados de máster ocupan un puesto adecuado a su formación. El 30,8% declaran que su trabajo actual no requiere su cualificación. Informes anteriores han comprobado que lo mismo ocurre con los títulos de grado. A medida que hay más universitarios, los empleadores tienden a exigir títulos para empleos que antes no los requerían. Es un modo de selección. Pero luego la retribución no sigue una tendencia paralela al alza. Si a esto se añaden las dificultades de empleo en los recientes años de la crisis, no es extraño que bastantes titulados hayan tenido que ocupar puestos para los que están sobrecualificados. Así que el título es cada vez más necesario para emplearse, si bien rinde menos económicamente.

Pero el poder salarial del título no debería ser el factor determinante para valorar la enseñanza universitaria por parte de la sociedad. Los ingresos dependen de múltiples factores, desde el origen social del titulado a la ciudad donde ejerce. También varían según la carrera elegida, y un máster en finanzas será más lucrativo que otro en artes. Algunos estudios nunca proporcionarán altas rentas, pero pueden ser socialmente muy necesarios, desde enfermería a investigación matemática. En cualquier caso, la búsqueda desinteresada del conocimiento siempre ha sido un móvil característico de la universidad.

Si se pierde de vista esto, pueden darse casos como el de Pog Wonk, estudiante de Hong Kong de 29 años, que ha presentado una demanda contra la Anglia Ruskin University de Cambridge, en la que exige una indemnización de 60.000 libras. Wonk asegura que el folleto informativo de la Universidad creó falsas expectativas sobre la alta calidad de la enseñanza y las salidas profesionales del título en estrategia internacional de negocios. En su demanda afirma que “desde la graduación… se ha demostrado que el título… no asegura un empleo bien remunerado con perspectivas”.

Hay que tener en cuenta que en la Anglia Ruskin University un estudiante extranjero paga un mínimo de 12.500 libras por curso, lo cual desarrolla sin duda una mentalidad de “cliente”. Decepcionada por la enseñanza recibida y el valor laboral del título obtenido, la estudiante asiática pide una compensación por las tasas académicas y los gastos en que incurrió durante los dos años del curso.

Se abre así un nuevo frente para las universidades, especialmente en el mundo anglosajón, donde los alumnos pueden acabar sus estudios con una fuerte deuda por los préstamos que han de devolver. La deuda es mayor ahora, y los empleos para titulados ya no son tan rentables como antes. Una combinación explosiva.

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