Un arco iris demasiado blanco

un-arco-iris-demasiado-blancoSon gais negros, indios, paquistaníes y se sienten discriminados en el Reino Unido. ¿Otro signo de homofobia? No. Lo que más les duele es que son discriminados por otros gais… blancos. Para ellos, la raza, la etnicidad es una barrera mayor que la orientación sexual.

Cabría esperar que una comunidad que ha hecho una causa de la lucha contra la discriminación fuera un ejemplo de apertura e inclusión. Un movimiento que tiene por bandera el arco iris debería acoger por igual a gais de todos los colores de piel. Pero desgraciadamente no parece que sea así. Es un problema del que apenas se ha hablado hasta ahora, quizá por no dañar la reputación del movimiento. Pero ya algunos escritores simpatizantes e incluso alguna publicación LGTB empiezan a sacar este problema del fondo del armario.

No son episodios aislados. Según una encuesta hecha por la publicación LGTB FS Magazine entre 850 hombres gais de distintas razas, el 80% de los negros, el 79% de los asiáticos, el 75% de los del sudeste asiáticos y el 64% de los de raza mixta, dicen haber experimentado personalmente los prejuicios racistas en ambientes gais.

Esto se manifiesta en diversos ámbitos. En webs de citas y en apps, donde al exponer el perfil y las preferencias se advierte sin tapujos “solo blancos”, “no negros” o “no asiáticos”. Otras veces son intentos de contactos, interrumpidos bruscamente al conocer la raza. Algunos de los encuestados afirman que se les ha prohibido la entrada en ciertos clubs gais, o que son los últimos servidos en un bar de este ambiente. Otro, negro, se ha sentido insultado cuando el único blanco que se le acercó en un bar gay fue para preguntarle si vendía droga.

Este racismo es especialmente doloroso cuando uno intenta incorporarse a una comunidad que considera suya. “Ir a un evento del orgullo gay y oír que otros gais te hacen comentarios racistas impide que uno se sienta bienvenido en una comunidad de la que quiere formar parte”, dice un asiático.

El problema es que el movimiento arcoíris es fundamentalmente blanco. “La comunidad está acostumbrada a aceptar al hombre blanco musculoso y el resto no somos realmente aceptados como uno de los suyos”, se queja otro. La comunidad gay, dice, está condicionada por su culto a “la imagen sexual de un hombre blanco”.

Así se nota también en las publicaciones del ámbito LGTB, tradicionalmente dirigidas por blancos. Estas publicaciones no han promovido la imagen de gais de color, y a pesar de su defensa de la diversidad, han ignorado el problema del racismo. Una cosa es despotricar contra los países africanos o asiáticos hostiles a los homosexuales, y otra aceptar en el propio ambiente a los negros o asiáticos que quieren confraternizar contigo. No es extraño que el 63% de los encuestados por el FS Magazine digan que para ellos el racismo supone un problema mayor que la homofobia.

Tampoco hay que perder de vista que el movimiento gay ha sido sobre todo un fenómeno de gente acomodada, que quería sentirse aceptada en su propio ambiente y respaldada por sus pares, y que tiende a compartir sus prejuicios de clase. No hay que esperar que necesariamente sientan como suyos los problemas de otros gais de distinta raza y extracción social.

Fácilmente damos por supuesto que un grupo que ha sufrido actitudes discriminatorias va a estar exento de prejuicios respecto a otras minorías y va a ser un adalid de la apertura universal. Pero las mismas leyes que los activistas LGTB han promovido para combatir lo que califican de homofobia, podrían servir para condenar las actitudes discriminatorias que sufren unos gais por obra de otros gais. Que sean prejuicios en función de la raza y no de la orientación sexual no es razón para ocultarlos.

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