Un Califato sin discapacitados

ISIS-down-syndromeEntre las atrocidades cometidas por el Estado Islámico (IS), la última que se les atribuye es la eliminación sistemática de bebés con discapacidades. La noticia viene de Mosul, la ciudad de Iraq ocupada por el IS, a través de activistas que residen allí y que denuncian en una web las fechorías de los terroristas islámicos.

En una fatua (edicto religioso) emitida por los imanes que se ocupan de interpretar la ley islámica, se autoriza a sus militantes a eliminar a los recién nacidos con síndrome de Down y malformaciones congénitas y a los menores de edad discapacitados. Según estas informaciones, en los últimos días se habrían registrado al menos 38 casos de bebés de entre una semana y tres meses que han sido matados por inyección letal o asfixia tras el diagnóstico médico.

Son informaciones incomprobables, habida cuenta del cierre informativo impuesto en la ciudad por el IS. Pero tampoco extrañan, si tenemos en cuenta que el IS no ha vacilado en asesinar niños, especialmente si pertenecen a minorías étnicas o religiosas. Ya el pasado febrero el Comité de la ONU para los Derechos del Niño alertó sobre estos asesinatos, la utilización de niñas cristianas y yazidíes como esclavas sexuales y el uso de menores de edad discapacitados como escudos humanos y como terroristas suicidas por parte del grupo fundamentalista.

Ahora les ha tocado el turno a los bebés discapacitados. El IS no quiere seres inferiores en un califato que necesita guerreros y que no puede cargar con bebés que serían una rémora.

Ante esa nueva muestra de inhumanidad, las informaciones rebosan indignación. Sin embargo, debería hacernos reflexionar sobre nuestra propia sensibilidad para acoger a la vida humana marcada por discapacidades.

No puede decirse que Occidente se muestre más acogedor que el IS con los bebés afectados por síndrome de Down u otras discapacidades. El diagnóstico prenatal combinado con el aborto legal impiden hoy que nazcan la gran mayoría de los fetos con síndrome de Down. En España, cada año más del 3% de los abortos invocan como razón riesgos de anomalías en el feto, motivo que llevó a eliminar 3.391 vidas en 2013.

Como la inmensa mayoría de las afecciones genéticas consideradas indeseables y que pueden ser detectadas no tienen tratamiento, el diagnóstico prenatal no sirve aquí más que para la criba y eliminación sistemática del discapacitado.

Nuestra sociedad presume de tolerante y abierta a la diversidad. Pero, antes del nacimiento, imperan los criterios de la eugenesia privada. Se supone que los padres tienen derecho a un hijo “normal”, igual que el IS piensa que un bebé discapacitado o de padres cristianos no responde al criterio de normalidad de su sociedad.

La idea del derecho al hijo sano ha arraigado tan fuerte en muchos padres que el médico que no es capaz de detectar a tiempo una anomalía en el feto se expone a una demanda que puede hacer peligrar su carrera. En el caso del médico de Mosul, lo que puede peligrar es su cabeza si se resiste a cumplir las disposiciones de los jerifaltes del IS.

La diferencia entre el “califato” y Occidente en este aspecto son los tiempos y los instrumentos. Aquí el examen es prenatal, allí postnatal (con la ventaja para los bebés de Mosul de que se evitan los falsos positivos, que eliminan vidas sanas en Occidente); aquí la detección y eliminación se hace de modo aséptico y discreto en medio hospitalario; allí con brutalidad y a cara descubierta.

Pero, en ambos casos, se transmite el mensaje de que no queremos en nuestra sociedad al que no está a la altura de un cierto nivel genético. Tanto si lo permite la sharía o la ley del aborto, el resultado es el mismo, así que no deberíamos escandalizarnos tanto por la noticia de Mosul.

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