Trabajadoras con voz propia

Demostrar que “nadie me gana a feminista” es la competición de moda entre políticos, sindicatos, celebridades y articulistas. Parece mentira que aún haya brechas salariales y techos de cristal cuando todo el mundo está en contra. Pero, aun desconfiando de la política de gestos, reconozco que me ha gustado que Mariano Rajoy haya dedicado dos horas a recibir en la Moncloa a las representantes de “Las Kelly” (“las que limpian”), el colectivo de camareras de hoteles. Allí estaban ellas con sus camisetas verdes de la asociación que han formado, explicando al presidente del gobierno la precariedad laboral que sufren y sus reivindicaciones.

Nadie niega que es un trabajo duro. Según informaciones de estos días, cada camarera hace de media entre 20 y 25 habitaciones diarias, trasladan carros pesados con la ropa sucia, limpian las zonas comunes, sin tiempos para descansar… y todo por un salario que sale a menos de 3 euros por habitación.

Se quejan especialmente de que tras la reforma laboral de 2012 sus condiciones laborales han empeorado por la externalización del servicio de limpieza en muchos hoteles. De este modo, han pasado a depender de empresas multiservicios con condiciones laborales peores que las del convenio de hostelería. Por eso reclaman que se les aplique este convenio y que se terminen las externalizaciones abusivas, que en bastantes casos han sido anuladas en los tribunales.

Me gusta que estas trabajadoras hayan tenido la oportunidad de explicar directamente a Rajoy una realidad que puede quedar diluida en el diálogo entre políticos y sindicatos. Son trabajadoras que luchan por sus derechos con voz propia y que saben de lo que hablan.

Aparte de lo que pueda hacer el gobierno para mejorar su situación, me pregunto lo que podríamos hacer todos como clientes de hoteles, además de tratar con respeto a las limpiadoras que hacen grata la estancia. Una tendencia de moda en hoteles de EE.UU., en favor del medio ambiente y del ahorro de costes, es ofrecer al cliente la posibilidad de que durante su estancia, si es corta, no le arreglen la habitación a diario, ni le cambien todos los días las sábanas y las toallas. Algunos clientes piensan que no necesitan este servicio, y que al dejar de lavar diariamente sábanas y toallas se ahorra agua y se deja de enviar sustancias químicas al alcantarillado.

No cabe duda de que esto también mejora la cuenta de resultados de los hoteles, que a cambio suelen ofrecer algunos descuentos o bonos para gastos en comida en el propio hotel. No sé si sería una ilusión pensar que el ahorro de costes podría servir también para pagar más a las limpiadoras y reducir su carga de trabajo.

El problema es que, si dependen sobre todo de contratas externas, también podría servir para suprimir puestos de trabajo. Lo que es bueno para el medio ambiente no siempre equivale a buenas prácticas laborales, si no hay voluntad de mejorarlas.

Por eso hay que tentarse la ropa antes de hacer propuestas en territorios ajenos. Si no, puede ocurrir lo que les ha sucedido a 16 actrices (Sarah Jessica Parker, Natalie Portman, Jane Fonda, Reese Witherspoon, entre otras) que han escrito una carta al gobernador de Nueva York, el demócrata Mario Cuomo, pidiendo que se eleve el salario mínimo de los camareros de los restaurantes de Nueva York, que dependen en parte de las propinas.

Nueva York permite un salario base por debajo del mínimo en trabajos como los de camarero o barman, donde las propinas forman parte de la retribución.

La carta de las actrices dice que el 70% de los trabajadores de ese sector son mujeres y que el sistema salarial actual “va ligado a más altas tasas de acoso sexual en el sector de restaurantes e impide a miles de trabajadoras lograr una seguridad económica”. Por eso, afirman, “las mujeres necesitan tener un salario mínimo justo, de modo que las propinas que sigan recibiendo no tengan para ellas un coste personal”.

Sin duda, la carta está movida por las mejores intenciones, dentro del estilo de celebrities preocupadas por la situación de sus “hermanas” trabajadoras. Pero no parece que a todas estas les haya sentado muy bien su intervención. No hay que perder de vista que, a diferencia de otros países, en EE.UU. las propinas a los camareros de restaurantes full-service (distintos de las cadenas de fast-food) están dentro de las costumbres y a veces hasta forman parte de la factura.

La carta de las actrices ha sido respondida por 500 camareros y camareras de la organización Restaurant Workers of America en una carta en la que dicen: “Gracias por su preocupación, pero no necesitamos su ayuda ni pedimos ser salvados”.

Advierten a las actrices que “están engañadas si piensan que [las camareras] ganan menos que el salario mínimo o que son víctimas indefensas de acoso sexual”. No les corresponde a las actrices determinar cómo deben ser pagadas las camareras. “Somos pagadas en base a nuestras ventas y servicio; tenemos un salario mínimo y las propinas nos permiten ganar bastante más que eso”.

Sobre el acoso sexual dicen que “la mala conducta sucede en todos los sectores”, como bien deberían saber las celebridades de Hollywood. No niegan que haya trabajadoras que hayan sufrido injusticias en el sector de restaurantes. Pero consideran que esto no es consecuencia del sistema de propinas, un sistema que defienden porque “nos da la oportunidad de ganar más dinero sin necesidad de trabajar a jornada completa”.

En su afán de ver por todas partes mujeres explotadas, el síndrome del feminismo salvador se expone a suscitar reacciones de este tipo. Más vale escuchar las palabras de colectivos concretos, que, como las limpiadoras y las camareras, hablan con voz propia.

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1 respuesta a Trabajadoras con voz propia

  1. Echenique dijo:

    ¿ Utilización supuestamente solidaria de los pobres para la propia celebridad ?

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