Texas: el viento, petróleo verde

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Si hay algo que uno asocia a Texas es el petróleo. Un paisaje con plataformas perforadoras de pozos petrolíferos.  Una legislación favorable al fracking. Un estado tradicionalmente republicano, donde han ganado los votantes de Trump, que no cree que el cambio climático esté causado por las emisiones de carbono. Energías fósiles, energías sucias.

Y, sin embargo, hay vientos de cambio, que están haciendo de Texas un inesperado líder en la energía eólica, informa The Guardian. Según datos de la American Wind Energy Association, en Texas funcionan 11.600 turbinas, lo que le convierte en el primer estado del país por capacidad instalada en este tipo de energía. La eólica proporciona ya el 12,7% de la producción de energía eléctrica del estado (en el ámbito nacional, la energía eólica aporta el 4,7% de la electricidad en 2015).

Hoy en el paisaje tejano las vacas conviven con las turbinas eólicas. Y no es que los granjeros de Texas pretendan salvar el planeta; se conforman con salvar sus economías familiares, tantas veces a merced de sequías e inundaciones, y de los ciclos de alzas y bajas del precio del petróleo que repercuten en la economía del estado.

El alquiler del terreno para la instalación de turbinas les está proporcionando una renta regular –unos 10.000 dólares anuales por turbina instalada–, lo que les permite también aumentar su margen de beneficios y mantener sus explotaciones. La energía eólica está siendo lo que fue en Texas el petróleo y el gas hace un siglo.

También está siendo una fuente de empleos, que compensan los que se están perdiendo en el sector petrolífero. Con la caída de los precios del petróleo y los cambios tecnológicos, en Texas se han perdido 98.000 empleos petrolíferos desde 2014. Esto no quiere decir que la producción de petróleo esté de capa caída. Al contrario: tanto a nivel nacional como en Texas la producción aumenta, aunque los precios hayan caído.

Gracias a las nuevas tecnologías, a las explotaciones que hace tres años requerían para ser rentables un precio de 60 dólares por barril, ahora les basta que no baje de 35 dólares,  mientras que el precio actual es de 55 dólares. En cambio, necesitan mucha menos mano de obra. Tareas de perforación y explotación que antes estaban a cargo de trabajadores, ahora han sido automatizadas.  No pocos trabajadores del sector, que tradicionalmente estaban entre los mejor pagados de la industria, han perdido sus empleos. Y, a pesar de las promesas de Trump, no parece que vayan a recuperarlos. Parte de ellos se están reciclando en el sector de la energía eólica, cuyas inversiones en Texas se han disparado.

Texas tiene aún mucho por ganar en el capítulo de energías renovables. Mientras que la generación de electricidad por fuentes renovables es el 13% a nivel nacional, en Texas es el 10,6%. Pero el cambio que allí se está produciendo indica que el medio ambiente y la economía no tienen por qué estar reñidos.

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