“No discriminarás”

Matrimonio polígamoEn el mundo actual toda la ley y los profetas han quedado reducidos a un solo mandamiento: “No discriminarás”. Y para que nadie se sienta discriminado, hay que redefinir la naturaleza de cualquier actividad y acomodarla al imperio del deseo. La religión no se salva de esta tendencia. El Tribunal Supremo británico acaba de dar una nueva definición de religión que para ser inclusiva acaba excluyendo a Dios.

La cuestión que se planteaba es si la llamada Iglesia de la Cienciología, fundada por Ron Hubbard en 1954 como una filosofía laica,  podía celebrar bodas en sus capillas.  Con lo maltrecho que está el matrimonio, uno puede pensar que hasta una capilla de la Cienciología puede valer. Pero la ley británica exige que si es matrimonio religioso se celebre en una verdadera Iglesia.

Una sentencia anterior de 1970 excluía de esta categoría a la Cienciología, porque sus adeptos no veneran a un dios como ser supremo. Pero los cinco jueces del Tribunal Supremo actual piensan que esta es una concepción anticuada de la religión. “La religión no debería estar circunscrita solo a religiones que reconocen a una suprema deidad”, escribe el juez lord Toulson. “Hacer eso significaría una forma de discriminación religiosa inaceptable en la sociedad de hoy”.

Entonces, ¿qué es hoy  la religión?  Según los jueces, se trata de “un sistema de creencias espiritual o no secular”, que “pretende explicar el puesto del hombre en el universo y su relación con el infinito” y que da a la gente una guía para la vida. Conforme a esta definición, pronto tendremos bodas New Age invocando a la madre Gaia o enlaces por la Iglesia de la Ufología con testigos extraterrestres a distancia.

Precisamente ahora que se había puesto de moda declararse “espiritual pero no religioso”, cláusula que sirve para atribuirse sentimientos filantrópicos y tolerancia universal, sin los inconvenientes de la “religión organizada” –dogmas, preceptos, exclusividad–, los jueces británicos se empeñan en que cualquiera puede considerarse religioso.

Así como muchas veces el arte moderno suscita la pregunta: ¿pero esto es arte?,  ante  la definición de los lores cabe plantearse: ¿pero esto es religión? Al final, es muy posible que la respuesta acabe dándola, no los teólogos o los filósofos, sino el Fisco, que está ya preocupado ante la perspectiva de que todo tipo de “cultos” reclamen la etiqueta de religión por las ventajas fiscales que conlleva. En este mundo materializado, con los impuestos no se juega.

Puestos a no discriminar, y siempre en el terreno de las bodas y las preferencias sexuales, un juez federal ha dictaminado que la prohibición de la poligamia en el estado de Utah –tierra de mormones– es inconstitucional. La demanda había sido presentada por Kody Brown y sus cuatro mujeres, que le han dado 17 hijos, estrellas de la serie de televisión Sister wives sobre la vida feliz de una familia polígama en Utah.

Ya anteriormente, en sentencias de 1878 y 1890, el Tribunal Supremo de EEUU rechazó la legalización de la poligamia,  frente a pretensiones de mormones que aducían que su religión lo permitía. Pero los tiempos cambian y también los polígamos han decidido quejarse por ser discriminados

La sentencia del juez Clark Waddoups no permite que un hombre esté legalmente casado con varias mujeres. Reconoce que el Estado tiene derecho a no dar licencias para matrimonios múltiples. Pero permite que los polígamos salgan de su armario y  vivan a plena luz sin miedo a ser perseguidos.

El argumento del juez se basa, primero,  en que la prohibición de la poligamia es una discriminación religiosa, ya que, a su juicio, el matrimonio heterosexual monógamo es solo una institución cristiana. En una sociedad con pluralismo religioso y no predominantemente cristiana, no hay una base racional para prohibir una “cohabitación religiosa”. En segundo lugar, el juez Waddoups invoca el derecho a la privacidad, el mismo que sirvió al Tribunal Supremo en 2003 para despenalizar la sodomía y que luego se ha invocado a favor del matrimonio gay. El juez simplemente ha extendido a las relaciones polígamas la misma línea de argumentación, defendiendo el derecho a que cada uno viva de acuerdo con sus propios valores y convicciones. El matrimonio se limitaría a dar un reconocimiento legal y público a los afectos entre adultos.

Los argumentos suenan bastante conocidos a los que han seguido la batalla ideológica sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, y parecen indicar que quienes decían que después vendría la poligamia no andaban descaminados. Por el momento, los Brown se muestran felices en las fotos y celebran la decisión judicial: “Como miles de otras familias plurales, hemos esperando muchos años este día”.

Es posible que la sentencia del juez Waddoups sea recurrida y echada abajo. Pero hay que reconocer que el matrimonio polígamo tiene más tradición y practicantes que el matrimonio gay, y que si para el matrimonio ya no importa el género sino el afecto entre los contrayentes, es difícil explicar por qué el número de afectos ha de ser un problema.

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