Niños con muñecas

Supuesta niña pintándose los labiosTeníamos ya el discurso bien aprendido. Nos habían insistido en que las diferencias de comportamiento entre niños y niñas respondían solo a estereotipos sociales. Si ellos jugaban con pistolas y ellas con muñecas era porque sus padres les regalaban esos juguetes desde pequeños. Empezaban a reproducir así los roles que la sociedad transmitía de modo incuestionable. Y esto era fatal para la igualdad entre los sexos.

A partir de estas diferencias en la infancia, ellos serían ingenieros y ellas enfermeras, si no acababan recluidas en el hogar. Había que romper los estereotipos. ¿Por qué no regalarle una cocina al niño y un camión a la niña? ¿Por qué no favorecer que ellas jugaran también al fútbol y ellos saltaran a la comba?  Sí, es cierto, en la escuela había que vencer la resistencia de los niños, tan cabezotas, empeñados en juegos violentos, y también de las niñas,  aficionadas a charlar en grupos en el recreo. Pero valía la pena romper los clichés sociales. Al final nos lo agradecerían y la sociedad daría un paso de gigante.

Así estábamos cuando de repente aparecieron los niños transexuales. Estos fenómenos empiezan siempre en Estados Unidos, donde la escuela suele ser un campo de batalla  de las tensiones sociales. Allí la heroína transexual ha sido Coy Mathis, varón por nacimiento, pero niña por elección, que a los seis años consiguió el pasado junio que un tribunal de Colorado le abriera el acceso al baño de las niñas. Según cuentan, a los 18 meses ya tenía muy claro lo que quería ser, y así como otros niños de su edad empiezan a hablar diciendo “papá” y “mamá”, él decía “soy una niña”.

Ante tal insistencia, sus padres se rindieron a lo no evidente, y apoyaron sus gustos sin reservas, hasta conseguir esa sentencia “pionera”. El colectivo transexual la ha calificado de histórica, como si fuera la que permitió el acceso de los negros a las escuelas de los blancos. Y es que hay niños que mueven el mundo.

Enseguida le han salido émulos. Nada menos que tres solo en Málaga, según nos cuenta El País (3-10-2013). Estas cosas suelen empezar en los dominios de la Junta de Andalucía, quizá porque el PSOE lleva gobernando desde hace 35 años y por lo tanto la gente está muy concienciada en cuestiones de género.  Los progenitores de tres niños, “transexuales” de seis, ocho y nueve años, exigen a los colegios que sus hijos sean llamados en clase con el nombre del género con el que se identifican, llevar el uniforme correspondiente y entrar en el aseo del otro sexo. Los colegios se han resistido de entrada, pero la Consejería de Educación está dispuesta a apoyar los deseos de los niños. Un gobierno que es capaz de metamorfosear los ERES, no va a dudar en cambiar el sexo en la cartilla escolar a gusto del consumidor.

Pero lo que me ha alarmado de verdad es que en el reportaje hay una foto velada en la que aparece una de las “niñas” jugando con una muñeca, a la espera de que se resuelva el problema para volver al colegio. Es más, un sexólogo asegura que “entre los dos y los cuatro años el juego da la pista del sexo que sienten”. O sea, que la afición a la muñeca sí es significativa si se trata de un niño que quiere ser niña. Es más, el sexólogo confirma que, si van a ser transexuales, son muy insistentes: “No es ya que, si son chicos, no quieran jugar al fútbol, es que piden un tutú de bailarina”.

Pues nos han arruinado el discurso.  Después de tanto decir que todo eran estereotipos sociales, en el caso de los niños transexuales resulta que los juegos revelan su sexo verdadero, “encerrado en un cuerpo equivocado”. Y si en el caso de los niños normales hay que enderezar su tendencia a dejarse arrastrar por estereotipos masculinos o femeninos, si el niño sale transexual los intentos de torcer la voluntad del niño son inútiles, dice el sexólogo.

Aunque también puede ser que estos niños “transexuales” estén sucumbiendo a unos nuevos estereotipos sociales, con los que probablemente se habrán topado en Internet  o incluso en las clases de educación sexual. En cualquier caso, sus problemas no se van a arreglar por cambiarse de uniforme y de cuarto de baño.

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1 respuesta a Niños con muñecas

  1. Muy bien vista la contradicción. Se tuerce el mismo argumento según se quiera conseguir una cosa u otra. Es una treta tan frecuente que hasta se aplica inconscientemente y funciona sin que casi nadie se de cuenta de su incoherencia.
    Tenemos que recuperar la Lógica.

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