Los medios también son el sistema

los-medios-tambien-son-el-sistemaComo un boxeador noqueado contra todo pronóstico, el establishment americano vacila y se pregunta todavía cómo ha sido posible el triunfo de Donald Trump. El candidato anti-establishment se ha llevado por delante a las oligarquías dirigentes americanas, a Silicon Valley, a la corrección política, a las estrellas de Hollywood, a las empresas de sondeos, y al conglomerado mediático alineado contra él. Al final se ha roto un techo de cristal, pero ha sido el del establishment y es Trump quien lo ha hecho añicos.

Quizá los más perplejos y dolidos son aquellos medios de comunicación que, en vez de contar la campaña, han participado abiertamente en ella en contra de Trump. Toda su potencia de fuego ha resultado insuficiente para parar los pies a un candidato que se ha atrevido a desafiarlos. En la resaca postelectoral se ha querido agigantar el papel que hayan podido tener algunas noticias falsas. Pero la fake news más decisiva ha sido la incapacidad de los medios de comunicación para advertir y reflejar las expectativas de mucha gente que no se reconoce en la clase política gobernante, de la que Hillary Clinton era el típico exponente.

Los medios de comunicación que no se conforman con denigrar a los votantes de Trump, empiezan a hacer examen de conciencia aun sin llegar al mea culpa. El foro internacional de Paley Center, que reúne cada año a directivos de las principales empresas de comunicación, se acaba de celebrar en México, pocos días después de la victoria de Trump, con las cicatrices aún abiertas. ¿Cómo no lo vimos venir?, era la pregunta obligada.

Con franqueza, Juan Luis Cebrián, presidente del Grupo Prisa, reconoció que el descontento popular también ha afectado a los medios de comunicación: “Hemos perdido la confianza de muchos porque pertenecemos al sistema”. Este reconocimiento de lo obvio debe ser bienvenido. Muchos que hicieron sus primeras armas en la época de la contestación juvenil, aunque luego han ido subiendo hasta consejos de administración y bonus suculentos, gustan de presentarse aún como la conciencia crítica del sistema. Han pasado de la canción protesta de Joan Baez al show business, pero quieren convencerse de que aún luchan contra los conservadores. Han asaltado y tomado la Bastilla del poder, pero aún quieren disfrutar del aura del transgresor.

Pero los que hace décadas denunciaban los turbios intereses de lo que entonces se llamaba el “complejo militar-industrial”, manejan hoy los hilos del complejo mediático- digital-financiero, que es la nueva versión del anterior. Y quizá su misma lejanía del ciudadano de a pie les ha impedido comprender la ola que ha llevado a Trump al poder. “Estamos desconectados de la realidad”, admitió en la reunión del Paley Center Monica Maggioni, presidenta de la RAI. “Hemos salido a la calle a buscar las historias que teníamos en nuestras mentes, en lugar de reportar las que estaban ahí fuera”.

Ahí fuera había gentes que no habían visto elevarse sus ingresos o que temían perder su empleo en la nueva economía jaleada por Silicon Valley. Mujeres que estarían encantadas de tener una mujer presidente, pero que no tragaban a “esta” mujer, identificada con la clase política tradicional y abanderada de Planned Parenthood. Creyentes hartos de las interferencias de una Administración demócrata que, con el pretexto de la lucha contra la discriminación, les impedía llevar a cabo sus iniciativas conforme a sus valores. Gentes a las que el “Make America Great Again” les entusiasma más que la lucha por los baños de los transexuales. Gente que ha resultado ser mayoritaria y había sido olvidada por un partido demócrata dedicado a las causas de minorías varias.

Es posible que las recetas simples de Trump acaben decepcionándoles también. Pero no cabe duda de que el millonario ha tenido más olfato que gran parte de la prensa para darse cuenta de que ahí había una mina de votos descontentos que esperaban un campeón.

Ahora lo que necesita la prensa es luchar por ganarse la confianza del público, con mejor información sobre los temas que se ha visto preocupan al electorado. Y eso es más difícil que el pim pam pum sobre Trump.

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