Los buenos colegios revalorizan el barrio

No es fácil deslindar los factores que hacen subir las fiebres inmobiliarias. La dotación de infraestructuras, el transporte, el tipo de familias, las zonas verdes, las escuelas… todo puede influir en el atractivo de un barrio. Pero algo cada vez más decisivo es la calidad de los colegios. Los buenos colegios revalorizan el barrio.

En Francia una plataforma inmobiliaria (MeilleursAgents) ha querido cuantificar el efecto que tienen los colegios prestigiosos en el precio de la vivienda en las proximidades. Para ello ha observado el precio del metro cuadrado en un radio de 300 metros alrededor de los centros de secundaria públicos que han logrado los mejores resultados académicos según el ranking establecido por la revista L’Étudiant (una selección del 25% de los centros). El estudio abarca París y otras ocho grandes ciudades.

Los datos son elocuentes: comprar una casa en las proximidades de algunos de esos centros cuesta entre un 7% (como en Burdeos) y un 27% (en Toulouse) más caro que en el resto de la ciudad. En París, donde la agencia señala 27 colegios públicos del mejor nivel académico, el precio del metro cuadrado en las inmediaciones es un 17% más caro que el precio medio de la ciudad.

Dentro del mismo barrio también se dan notables disparidades en función de la distancia a los colegios deseados. Y es que, debido a la “carta escolar”, la proximidad del domicilio sigue siendo un factor importante para lograr plaza en un colegio público, aunque la fórmula se ha flexibilizado. A lo que hay que añadir las triquiñuelas de las familias para buscar un trato excepcional, eligiendo una determinada materia o lengua extranjera.

La siempre deseable “mixité”, mezcla social en la escuela, sigue siendo una utopía a pesar de las medidas aplicadas por distintos gobiernos. Salvo excepciones, la segregación social se traslada de la casa a la escuela. Los mejores colegios públicos están situados en los barrios más acomodados. Los colegios conflictivos suelen estar en las zonas de extrarradio de las grandes ciudades, con mayoría de población de origen extranjero.

Normalmente se identifica la enseñanza de élite con los colegios privados. Pero hablar de la escuela pública como si fuera el paradigma de la igualdad no responde a la realidad. La enseñanza pública tampoco es uniforme.

Dos investigadores de la Escuela de Economía de París, que han estudiado el tema, Gabrielle Fack y Julien Grenet, declaran a Le Monde que “incluso dentro del sector público la segregación social puede ser muy fuerte”. Según los barrios de París, el porcentaje de alumnos de medios desfavorecidos puede oscilar entre solo un 0,3% en un barrio hasta un 63% en otro.

Sin duda, falta mucho camino por recorrer para lograr una igualdad de oportunidades que dé acceso a una enseñanza de calidad. Las soluciones que se han intentado para evitar la “guetificación” van por diversos caminos. En algunos países o ciudades se han aprobado proyectos de “zonificación inclusiva”, que obligan a los promotores urbanísticos a reservar una proporción de las construcciones nuevas para viviendas de interés social, a precios más reducidos, y la administración pública ofrece a cambio una compensación. De este modo, la mezcla social empieza por la vivienda y se refleja en la escuela.

Otras veces se ha dedicado particular atención a los colegios públicos de barrios populares, como en Francia con las “redes de educación prioritaria”, aumentando su presupuesto y procurando atraer a buenos profesores. Pero los resultados han quedado por debajo de las expectativas. Otro tipo de iniciativas, como las “cordadas del éxito”, buscan establecer un vínculo entre centros de estudios superiores y liceos o colegios para facilitar a los estudiantes más desfavorecidos el acceso al nivel universitario o a la formación profesional superior. Los datos recogidos por una encuesta de 2013 señalaban que un 90% de los alumnos beneficiados habían accedido a los estudios superiores.

El denominador común de otro tipo de soluciones ha sido facilitar que las familias que viven en barrios con alta concentración de pobreza puedan elegir el colegio de sus hijos, de modo que el sistema de zonificación no aísle a sus hijos en los peores centros educativos. En general, los programas que aumentan la libertad de elección de las familias han tenido efectos positivos.

De un modo u otro, lo que está claro es que las familias están dispuestas a pagar más por vivir en un barrio en que sus hijos puedan acceder a un buen colegio. Así que los promotores urbanísticos, en la medida en que esté en su mano, deberán asegurar que entre los atractivos de un barrio estén los buenos colegios. Y los promotores de centros de enseñanza pueden disponer ahí de una buena baza para hacer valer su servicio ante los constructores.

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