El vestido es el mensaje

El eterno problema femenino del ¿qué me pongo? se ha simplificado mucho esta temporada en el caso de las celebridades de la alfombra roja. Al menos, en lo que al color se refiere. Ya no hay que pensar qué color te favorece más, sino qué color exige el protocolo de la buena causa de turno.

En el mundo del espectáculo, la causa del momento es la solidaridad con las mujeres, contra el acoso sexual y la desigualdad. Empezaron los Globos de Oro. Todas y todos de negro para expresar la sintonía con la campaña de #MeToo. Si no fuera por los escotes, daría la impresión de funeral elegante, tal vez para enterrar el acoso o para hacer duelo por las víctimas. Los Bafta británicos han elegido también el negro, en solidaridad con la misma causa del Time’s Up. Pero se advertía una mayor variedad en el negro y algún toque blanco, quizá como alivio del luto.

En otros premios ha bastado llevar el mismo detalle ornamental, sin necesidad de color uniforme. En los Grammy del pasado enero las estrellas eran invitadas a llevar una rosa blanca. Los organizadores explicaban: “Hemos elegido una rosa blanca porque históricamente expresa esperanza, paz, compasión y resistencia”. En fin, históricamente ha simbolizado más bien la pureza y la inocencia, aunque quizá esto no es lo que mejor cuadra si se trata de premiar a Lady Gaga y “Despacito”.

En los Goya de este año ellas llevaban abanicos rojos con la leyenda “Más mujeres” (se entiende, en la industria del cine). Pero no habría que olvidar que el propio Weinstein había organizado una fundación en la Universidad de California Sur para estimular la formación de mujeres cineastas y siempre fue un adalid de las causas feministas políticamente correctas, desde la Marcha de las Mujeres a Planned Parenthood. Se puede defender la causa de “la mujer” y luego avasallar a las mujeres concretas.

Pero no todo mensaje indumentario es cosa de mujeres. Ahí tenemos a los separatistas catalanes con su lacito amarillo en la solapa, pidiendo que el Estado saque de la cárcel a sus correligionarios que están acusados de quebrantar la ley para declarar la independencia de Cataluña. En sí mismos son una contradicción: ellos protestan contra un Estado al que tildan de fascista, pero a la vez llevan su protesta en la solapa y hasta en los escaños del Parlament con total libertad. En todo caso, entiendo que tendrían motivos para protestar si el Estado les obligara a ponerse un lacito amarillo para que quedaran bien señalados.

Pero, cualquiera que sea la causa que simboliza, el color del vestido o el lacito no es un signo para distinguirse, sino para no ser distinto. Es un modo de decir yo también estoy en la pomada, yo también me apunto a esta buena causa, no estoy dispuesto a quedar excluido. Es otra forma de #MeToo. Hasta el punto que la celebrity que no sigue la consigna tiene que explicar por qué. Y cuando esto ocurre es señal de que el lacito o similar no es un signo para distinguirse sino un uniforme. Así se explica que en el tema del acoso sexual hayamos pasado de la ley del silencio en Hollywood al clamor de la alfombra roja, ahora que los vientos han cambiado.

Mejor es que sea así. Pero de todos modos existe el riesgo de que el compromiso con la causa se agote en el detalle de la vestimenta. El lacito llamativo permite crearse una buena conciencia y un perfil solidario con muy poca inversión. No hay que aportar nada ni comprometerse a hacer nada. Es como ponerse un lacito para luchar contra la obesidad sin necesidad de ponerse a régimen.

Puestos a hacer algo, la industria del espectáculo podría ir más allá, aparte de cortar cabezas de hombres poderosos aficionados a acosar a actrices jóvenes. En el cine y la música, directivos y estrellas podrían preguntarse si la imagen de la mujer que transmiten con sus productos y sus actuaciones contribuye a fomentar ese respeto que se pide en el #MeToo o si es el caldo de cultivo de una visión de la mujer como objeto sexual disponible. La industria de la moda podría plantearse qué idea de sí misma transmite una mujer que viste un determinado modelo fuera de la alfombra roja. Esto es mucho más decisivo que el lacito.

Mientras tanto, esperemos a ver qué toque indumentario se exige para los Oscar.

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3 respuestas a El vestido es el mensaje

  1. María A dijo:

    «La industria de la moda podría plantearse qué idea de sí misma transmite una mujer que viste un determinado modelo fuera de la alfombra roja»

    Por qué nos desviste a las mujeres. Por qué no nos quieren. Por qué mujeres blogueras modelos de prestigio siguen la norma de lo que impone la industria.

  2. Xusto Otero González dijo:

    … en cambio sobre el lacito rosa del cáncer hay división de opiniones ,,,,,, la extrema izquierda está en contra del lacito y a favor de concienciar a la gente para que vote a partidos que no recorten en sanidad porque, según dicen, llevar lacito rosa los viernes permite tranquilizar la conciencia y seguir votando al PP .
    Si la dirigencia de Podemos fuera coherente con esa lógica tendría también que estar en contra del lacito negro y a favor de concienciar a la gente para que apoye la inteligencia del sacramento del matrimonio y la educación sentimental de calidad . Pero no lo hace ,

  3. Echenique dijo:

    El pensamiento único nos quiere vender simultáneamente dos mensajes contradictorios : que las mujeres son tan valiosas o más que los hombres y que, a pesar de ello o quizás por ello, están discriminadas, e incluso acosadas y violadas, en el mundo del cine. Menos mal que Brigitte Bardot ha acusado a tantas mujeres de poner de su parte o su parte al efecto. También en la Iglesia Católica se tiende a la paridad y ahí tenemos a la nueva comisión de víctimas, con una composición de 50% hombres y otro 50% mujeres, a pesar de que más del 80% de las víctimas de la pederastia y pedofilia clerical, vinculada a la homosexualidad en ese mismo porcentaje, son hombres.

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