El Papa y las periferias de la verdad

El Papa Francisco y el periodista ScalfariPara satisfacción de la prensa, el Papa Francisco demuestra una mayor apertura que sus predecesores a las entrevistas periodísticas. Ya al comienzo de su pontificado sorprendió al mundo con sus largas declaraciones a la revista de los jesuitas La Civiltà Cattolica, entrevista que sigue siendo la más enjundiosa. Luego, además de las ruedas de prensa en los viajes, ha concedido otras en publicaciones donde puede controlar menos la fiel reproducción de sus palabras. Entre estas, las que han causado más  sensación han sido las concedidas a Eugenio Scalfari, fundador del diario La Repubblica y notorio exponente de lo que en Italia llaman pensamiento “laico”, nada condescendiente con la Iglesia. Sin duda, el Papa Francisco ha querido dialogar así con los que ven a la Iglesia desde fuera.

El problema con Scalfari es que su modo de entender una entrevista se basa en la realidad del personaje y de sus declaraciones, pero sin considerarse limitado por sus palabras. Así, tras la primera entrevista publicada el 1-10-2013, Scalfari reconoció que, según su costumbre, no grabó la conversación, ni tomó notas, sino que la reconstruyó de memoria. Lo cual no deja de tener riesgos para un hombre de 90 años, aunque esté animado por el deseo de ser fiel a la verdad. Scalfari dijo que remitió la entrevista al Papa Francisco  antes de publicarla, advirtiendo que ponía en su boca cosas que no había dicho, pero que podrían servir para que el lector supiera mejor quién era el Papa.

Pero quizá no servía tanto, pues al cabo de unos días la Secretaría de Estado retiró la entrevista ya publicada de la web del Vaticano, advirtiendo, a través del P. Lombardi, que la entrevista “era digna de consideración en su conjunto, pero no en todas las apreciaciones concretas (…) Había cierto malentendido y debate sobre su valor”.

No es una entrevista al uso
No menos malentendidos y debates ha causado la nueva entrevista del Papa Francisco con Scalfari, publicada el pasado 13 de julio en La Repubblica. Los titulares, como es de esperar, se centraban en lo más llamativo: la pedofilia en la Iglesia, que afectaría “incluso a obispos y cardenales”), el celibato sacerdotal (“hay soluciones y las encontraré”), la lucha contra la mafia…

La entrevista ha vuelto a dar trabajo al director de la sala de prensa de la Santa Sede, P. Lombardi, que ha aclarado: “Si bien se puede decir que, en conjunto, el artículo  recoge el sentido y el espíritu del coloquio entre el Santo Padre y Scalfari, hay que remachar con fuerza lo que ya se dijo respecto a la precedente ‘entrevista’ aparecida en La Repubblica, esto es, que las concretas expresiones referidas, en la formulación expresada, no pueden ser atribuidas con seguridad al Papa”.

En particular, Lombardi aplica esto a dos afirmaciones “que no pueden ser atribuidas al Papa: que entre los pedófilos haya ‘cardenales’ y que el Papa haya afirmado con seguridad que, a propósito del celibato, ‘encontraré las soluciones’”.

No pocos informadores se habían preguntado ya hasta qué punto lo que Scalfari pone en boca del Papa responde a declaraciones reales o a intuiciones del periodista sobre lo que Francisco piensa.

Perplejidad entre los vaticanistas
Sobre la pedofilia en la Iglesia, Scalfari dice que el Papa le dijo: “Muchos de mis colaboradores que luchan en esto conmigo me aseguran con datos fiables que estiman la pedofilia en la Iglesia al nivel de un 2%. (…) Dato que me parece gravísimo, porque son sacerdotes e incluso obispos y cardenales. Y otros, aún más numerosos, saben pero callan, castigan pero sin decir el motivo. Yo encuentro esta situación insostenible y tengo la intención de afrontarla con la severidad que requiere”.

La cifra ha despertado perplejidad entre los vaticanistas. “¿Quién le proporciona los datos al Papa?”, se pregunta Marco Tosatti. Porque la propia Santa Sede, en su reciente comparecencia ante el comité de la ONU sobre la tortura, ofreció los últimos datos concretos: entre el 2004 y el 2011 un total de 884 miembros del clero fueron desprovistos de su condición clerical en el ámbito del escándalo de la pedofilia; y otras medidas disciplinares han sido tomadas contra otros 2.572 (a menudo porque son de edad avanzada o enfermos). Sumando ambas cifras, en total serían 3.456 clérigos castigados por esta causa en diez años. Habida cuenta de que en el mundo hay unos 413.000 sacerdotes, los culpables de abusos sexuales serían el 0,8%.

Por otra parte, ese 0,8% no es tampoco exacto, ya que los delitos fueron cometidos muchas veces hace bastantes años, por lo tanto habría que confrontarlo con un número total de sacerdotes que varía según los años.

Si algo se sabe con seguridad es que las medidas tomadas están dando sus frutos.

En EE.UU., el país más afectado por este problema, un estudio realizado en 2004 y 2011 por el instituto de criminología John Jay College de la Universidad de Nueva York, mostró que el número de abusos de menores por parte de clérigos católicos ha disminuido de año en año de modo muy significativo. Hay un máximo al inicio de los años 80 y un descenso que llega a ser muy rápido en los últimos años, hasta llegar en 2011 a niveles inferiores a los de los años 50.

También está comprobado que, dentro de estos abusos, los que corresponden propiamente a casos de pedofilia son los menos. Según declaraba en 2010 Charles J. Scicluna, “fiscal” vaticano colaborador de Benedicto XVI en este asunto, respecto al periodo 2001-2010, “podemos decir que, a grandes rasgos, en el 60% de estos casos se trata más que nada de actos de efebofilia, es decir, debidos a la atracción sexual por adolescentes del mismo sexo, otro 30% de relaciones heterosexuales y un 10% de actos de verdadera y propia pedofilia, es decir, determinados por la atracción sexual por niños impúberes”.

Celibato, ¿problema o don?
Si los datos mencionados en la entrevista sobre la pedofilia son, por lo menos, imprecisos, no hay menos razones para desconfiar de lo que Scalfari dice que le dijo el Papa sobre el celibato: “La Iglesia católica oriental tiene facultad hasta ahora de que sus presbíteros se casen. El problema ciertamente existe, pero no es de gran entidad. Hace falta tiempo, pero las soluciones existen y las encontraré”.

Posiblemente este es un punto en el que a Scalfari le falla la memoria o la formación para entender lo que dice el Papa. El Romano Pontífice sabe bien que en las Iglesias orientales se pueden ordenar hombres ya casados, pero un sacerdote ya ordenado no puede casarse.

También es difícil de entender por qué a los no creyentes, como Scalfari, les preocupa tanto que los sacerdotes de la Iglesia latina sean célibes. Para el Papa Francisco, según sabemos por lo que respondió a los periodistas en el avión al retorno de Tierra Santa, “el celibato no es un dogma de fe, es una regla de vida que yo aprecio mucho y creo que es un don para la Iglesia”.

Sin duda, es admirable el deseo del Papa Francisco de dialogar con los que están en las periferias de la Iglesia, e incluso de establecer una “afectuosa amistad” como la que Scalfari confiesa sentir por el Papa. El problema puede estar en que el periodista no se atenga firmemente a los hechos, y se mueva por la periferia de la verdad.

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