El ocio gregario

Macrofiesta

Las macrofiestas que congregan a una multitud de jóvenes empiezan a ser vistas como eventos arriesgados, y no solo por la avalancha mortal producida en el Madrid Arena. Ahora todo el mundo propone reforzar las medidas de seguridad, endurecer los controles de acceso, impedir la entrada de menores. No deja de ser curioso que una fiesta que se publicita como ocio a rienda suelta acabe necesitando unas normas cada vez más rígidas.

Pero, más allá de los problemas de seguridad, la atracción de eventos de este tipo indica también los problemas del gregarismo en el ocio. Para muchos jóvenes “hay que estar” en la macrofiesta o en el botellón, participar de la efusión colectiva, vibrar con lo mismo que los otros, dejarse llevar por la música, por el alcohol y quizá la droga. El baile, la música y la juventud siempre han ido de la mano. Pero lo llamativo de la noche juvenil actual es que invita a la diversión despersonalizada, a ser un número en una multitud, un cuerpo rozando con otros cuerpos, sin posibilidad casi de hablar, de relacionarse de persona a persona, sumergidos en un acontecimiento que anula lo singular.

Paradójicamente, la diversión actual se asemeja en su forma gregaria a las movilizaciones juveniles promovidas en los años treinta del siglo XX con fines nacionalistas e ideológicos. En aquella época movilizaba la política; hoy, la diversión. Entonces convocaban los gobiernos, sobre todo de regímenes totalitarios; hoy son los poderes económicos del sector del espectáculo. Los jóvenes –y también los mayores– de las concentraciones de entonces iban con sus uniformes, sus banderas y sus himnos; los de las macrofiestas de hoy van también uniformados en sus comportamientos, y a veces casi hasta en su vestimenta. Los jóvenes de los años treinta iban a escuchar extasiados a su líder; los de hoy, al disc jockey famoso. Los de entonces eran enrolados en el partido, y los de ahora en la taquilla. Y tanto unos como otros se sentían muy satisfechos, con la sensación de formar parte de un acontecimiento que les sobrepasaba.

El historiador Johan Huizinga ironizaba en los años treinta sobre “el espíritu de parada y desfile militar que se ha apoderado del mundo”. “No hay plaza que sea bastante grande para contener el país entero, formado en filas, como soldaditos de plomo (…) Esto parece grandeza, parece poder; es una niñería. Quien sepa reflexionar comprende que nada de esto tiene valor alguno. Solo revela la proximidad en que viven el heroísmo popular de camisas coloreadas y manos en alto y el puerilismo general” (Entre las sombras del mañana, p. 155).

También las formas de diversión actual podrían merecer un juicio parecido. La juventud es una edad proclive al gregarismo. Incluso cuando es rebelde, suele ser una rebeldía en grupo. En ninguna otra etapa de la vida es tan importante la aprobación de los iguales, ni tan fuerte el tirón de hacer lo que hacen los demás.

Jóvenes con temple
Pero no toda concentración juvenil tiene por qué ser gregaria. Tenemos cercano todavía en Madrid el eco de la Jornada Mundial de la Juventud. También hubo multitudes de jóvenes, fiesta, banderas y signos de identidad, fraternidad en un clima de entusiasmo, escucha atenta de un líder espiritual. Pero no era una multitud anónima y despersonalizada, porque el sentido del acontecimiento era favorecer el encuentro personal entre cada joven y Dios. Por eso también había una comunicación fácil con rostros de otras razas, culturas y clases. Fue así una fiesta que no creó problemas de seguridad, sin peleas, sin borracheras, sin destrozos.

Esto no pretende sugerir que el problema del ocio juvenil del fin de semana se resuelva con actividades en iglesias. Pero sí que hace falta buscar formas de ocio en las que el joven pueda seguir siendo persona, en las que el clima no favorezca abandonarse a experiencias descerebradas.

Por su parte, también el joven ha de tener el temple de ser rebelde frente a la masa, de mostrar su personalidad eligiendo el ambiente y los amigos con los que divertirse, sin temor a perderse fiestas de las que se sale con el alma marchita y el cuerpo desvencijado.

Ante las concentraciones de las camisas pardas y de las rojas, Huizinga lamentaba el puerilismo de su época: “La masa se siente muy cómodamente instalada en una semivoluntaria insensatez, que puede llegar a ser peligrosísima, porque relaja los frenos de las convicciones morales”. De bastantes macrofiestas juveniles actuales podría decirse lo mismo. De poco sirve pedir el carnet de identidad a la entrada, si luego se trata de vivir experiencias en las que uno abdica de su condición de adulto.

 

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7 respuestas a El ocio gregario

  1. Juan D. dijo:

    Sí. Pero la solución (o las soluciones) no parece nada fácil, y menos rápida. Aprender a descansar y divertirse es algo que exige hoy a los jóvenes «desaprender» o desengancharse de unas cuantas cosas (trampas) muy arraigadas, algunas directamente relacionadas con la (in)cultura ambiental y la salud psíquica.

  2. Fernando Acaso Gómez dijo:

    De acuerdo que hace falta buscar formas de ocio en las que el joven pueda seguir siendo persona. ¿Cómo buscar y encontrar esas formas de ocio? ¿Quién puede señalarnos algunos ejemplos?

  3. Álvaro Menéndez Bartolomé dijo:

    «No deja de ser curioso que una fiesta que se publicita como ocio a rienda suelta acabe necesitando unas normas cada vez más rígidas». Es muy buena esta frase, como todo el artículo. Gracias.

  4. Isabel dijo:

    Necesitamos legislacion. Cierre de locales publicos 2 de la madrugada por ejemplo. Prohibicion de servir alcohol a esa hora.Prohibicion de consumo de alcohol en la calle. Asi es en otros paises.Quiza fiestas caseras fiestas mas libres menos manipuladas. A partir de ahi iniciar una regulacion del negocio delin ocio.Es muy injusto para la ingenuidad de la masa y muy rentable para los promotores.

  5. Ventura de Jesús dijo:

    Los problemas sociales tienen un origen común. Las manifestaciones de esos problemas, cuando son pequeños, casi no llaman la atención, o la gente suele hacerse «como que no los ve», o adopta una actitud de indiferencia –¡No pasa nada!
    Pero cuando el problema ha crecido y surgen los problemas que ya inquietan y sorprenden, es entonces cuando ya pegamos de gritos y nos preguntamos: ¿Por qué las autoridades no hacen esto, aquello, lo otro, y …? ¡Siempre se busca a los culpables! Pero, pero uno nunca suele preguntarse uno a sí mismo, ni con sinceridad: ¿Qué tengo yo qué ver en esto? ¿Puedo influir para corregir el mal? ¿Puedo hacer algo para prevenir o, al menos impedir que siga creciendo el mal? ¿Con qué personas o instituciones puedo unirme para hacer más eficaz mi trabajo en bien de la comunidad?
    Es importante volver la mirada hacia el interior de LA FAMILIA.
    Revisar el rol que cada miembro está desarrollando, en qué se ocupa cada integrante, qué virtudes posee y qué aspectos de su persona puede y debe corregir, con el apoyo, cariño, exigencia, firmeza, bondad, confianza, continuidad y fortaleza que debe tener LA FAMILIA, tal como originalmente fue constituida por la MADRE NATURALEZA. La sabiduría que el hombre ha adquirido debe llevarlo a constituirse cada vez como mejor persona y desarrollar su capacidad para perfeccionarse día con día.
    Me parece que la mejor prevención y solución a los problemas, sencillos y escandalosos, se deben realizar en la familia. El descuido o ignorancia que tienen los padres de familia respecto a los valores trascendentales de la persona humana suele ser uno de los principales factores, si no el principal, de los graves problemas que hoy padecemos.
    No es fácil la solución y mucho menos rápida, pero me parece la mejor opción para asegurar y mantener un cambio positivo en la sociedad no sólo familiar, sino de la colonia, ciudad, país y mundial, es FORMAR INTEGRALMENTE a los futuros esposos y a los matrimonios que se unen respetando su naturaleza, tal como fue concebida, HOMBRE Y MUJER, para constituir una AUTÉNTICA FAMILIA.
    Vale la pena leer los documentos que la Madre Iglesia nos refiere para no perder el NORTE de la AUTÉNTICA FELICIDAD HUMANA.
    S. S. Juan Pablo II nos recuerda con su fuerte voz, de manera incesante e inspirado en la VOZ DEL CREADOR: ¡FAMILIA, SÉ LO QUE ERES!

  6. m antonia carrascosa almazan dijo:

    De verdad penoso. Me parece que estos acontecimientos no se arreglan combatiéndolos de frente, aunque esto exija una buena dosis de paciencia. Tenemos que llenar la conducta, la cabeza, el corazón de la gente joven (siempre fue la época adecuada al renacer de los ideales) de valores más altos y limpios,… compatibles con pasárselo bien. La imaginación al poder!

  7. Ignacio dijo:

    Solución a medio-largo plazo: la familia. Comencemos por dedicarnos a ella, a la familia, los que estamos convencidos de que ese es el modo correcto de corregir la situación actual, sin distraernos excesivamente de nuestra principal obligación. Ser padres supone dedicación, entrega, renuncia, austeridad. Es ingenuo el que crea que va a educar no haciéndolo así. Los padres normales que tienen hijos, prolongarán la mejora social a través de ellos, que serán también personas normales. Mi mujer y yo tenemos seis hijos: nos hemos multiplicado por tres. Ya sólo uno de ellos sigue siendo niño. Los otros son mayores de edad. Son normales: tienen defectos pero son trabajadores, son luchadores, son honrados, son generosos, son alegres, son … ¡maravillosos!
    Seamos optimistas. Pero trabajemos por nuestros hijos del único modo en que transmitiremos felicidad: con esfuerzo y amor sonriente. ¡Ánimo, que esto funciona!

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