Del pensamiento débil al ideal fuerte

Gianni Vattimo

La biografía ideológica del filósofo Gianni Vattimo está llena de vericuetos. Pero que el abanderado postmodernista del pensamiento débil diga ahora que  “solo un ideal fuerte, como el comunismo, podrá salvarnos”, puede debilitar bastantes neuronas. Vattimo ha estado en Madrid y Barcelona para promocionar su nuevo libro Comunismo hermenéutico (editorial Herder), coescrito con Santiago Zabala.

El comunismo se ha visto unido a diversos adjetivos a lo largo de su historia. A medida que fallaba la versión anterior, surgía una “nueva”. Hemos tenido el comunismo en un solo país, el comunismo autogestionario, el comunismo con rostro humano, el eurocomunismo…

El comunismo hermenéutico, según Vattimo, sería “un comunismo no dogmático, un comunismo débil”, “sin esencias ni absolutos que realizar a toda costa”, “un ideal de sociedad equitativa”.

Es más, según dice en la introducción del libro, “si el comunismo representa hoy día una alternativa al capitalismo, no es solo a causa de su debilidad como fuerza política en los gobiernos contemporáneos, sino también debido a su debilidad teórica”.  Supongo que Marx, que creía haber descubierto las leyes científicas de la historia, se revolvería en su tumba al ver que alguien  confundía su legado intelectual con un ideal de justicia, y lo tildaría de “socialismo utópico”. Y que Lenin, que consideraba al partido comunista como la vanguardia del proletariado, esbozaría en su mausoleo una sonrisa de desprecio frente al filósofo que asegura que cuanto más débil mejor.

¿Por qué este matrimonio entre comunismo y hermenéutica? “Mientras que el comunismo alimenta la resistencia frente a las desigualdades del capitalismo, la hermenéutica interviene indicando la naturaleza interpretativa de la verdad”, explica Vattimo. Puesto a interpretar la verdad, el filósofo postmoderno hace interpretaciones muy subjetivas de hechos históricos, como los crímenes del comunismo. Si le preguntan por los millones de muertos, responde: “No fue el comunismo. Fue el industrialismo. Lenin propuso electrificación más soviets, es decir, control popular… Stalin impuso el desarrollo de la industria pesada contra el agro, y de ahí los desplazamientos de poblaciones, los sacrificios, muertes… ¡un sueño loco!”.

A estas alturas, intentar presentar a Lenin como un partidario del control popular atento a las aspiraciones de la  base, es como un cuento de hadas, que ya Solzhenitsyn destripó hace tiempo. Pero es que ese sueño loco se ha repetido luego  con Mao, con los jemeres rojos en Camboya, en Corea del Norte, en Europa del Este… Allí donde el comunismo ha mandado ha sido todo menos débil, y no ha traído más que pobreza y falta de libertad. “El comunismo tiene mala prensa”, reconoce Vattimo. Pero lo que tiene es un mal historial.

Quizá por eso Vattimo busca ahora modelos en Latinoamérica, como suele hacer cualquier izquierdista europeo que se precie. Evo Morales y Chávez son los nuevos signos de esperanza. No sé por qué se olvida del castrismo, que después de todo es el único régimen comunista del continente y el más experimentado. “Chávez y Morales han creado un nuevo mercado, un nuevo sistema… algo muy diferente a lo que hay en Occidente”, asegura Vattimo. Lo que diferencia a Chávez es que cuenta con un maná petrolífero, que le permite financiar unos gastos sociales generosos. Pero lo característico del modelo chavista es que ha aumentado la dependencia del petróleo y el tamaño del Estado, a costa de la reducción de la empresa privada. Nada de esto es muy innovador y el valor de sus resultados se verá con el tiempo.

Quizá para entonces Vattimo continuará dedicado a interpretar el mundo, mientras los comunistas que lo transforman seguirán decepcionando esperanzas.

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